Viernes Santo,
excelente climatología y además a sabiendas de que a partir de mañana la cosa
cambia un tanto.
Hay que aprovechar el
día y uno piensa que el resto del mundo no va a hacer lo mismo y mucho menos
que a “todos” se nos va a ocurrir visitar el mismo sitio.
San Juan de
Gaztelugatxe es el destino buscado, su cervecería, con la posibilidad de comer
un buen pollo asado con alguna ensalada rica y un buen queso con membrillo parece
buena opción.
El paisaje, más que
aburrido estoy de decirlo, es simple y llanamente espectacular.
Pero, cosas de la
vida, al parecer media Euskal Herria ha decidido hacer lo mismo, desde la
carretera, viendo la caravana, ya uno va dándose cuenta del asunto.
Lo mejor hacer una
parada de “avituallamiento”, a ver si mientras tanto conseguimos quedarnos
algo más solos y podemos avanzar a otro ritmo. Acierto total, una vez pasada la
hora punta, conseguimos ir mucho más cómodos.
Después de tomar un
txakoli en Bakio, ya cerca de las 3 de la tarde, subimos hasta San Juan. En
buena hora………. Coches aparcados en todas las esquinas nos indican que el asunto
no va a ser precisamente fácil. Una vuelta por su aparcamiento y un vistazo a
las mesas nos indican que lo mejor es abandonar el propósito.
Desde allí a Bermeo la
distancia es relativamente corta, la carretera, que por cierto está un tanto
“arrugada”, es un tanto serpenteante pero merece la pena el paisaje. Es bonita
nuestra costa, la verdad. Una de las muchas esculturas parece darse cuenta de nuestra llegada y nos "señala con su dedo". Tantas horas de inquietud esperando llegar los barcos con los seres queridos........
Mi acompañante, mucho
más ducha por estos lares, conoce el “horario especial bermeano” para los
asuntos del comer.
A las 4 de la tarde es
aún buena hora para sentarte en un restaurante y que no te pongan cara de
“malas pulgas”. Me encanta a mi este horario.
Pues tras un par de
vueltas y un par de preguntas nos acercamos al restaurante Artza.
Lleno, pero tenemos un
hueco en una mesa larga. Imagino que seremos los del segundo turno como poco.
Un menú especial que no tiene mala pinta y eso sí, cambiamos el
vino por un txakoli que hay que probar. Ha tenido algún que otro premio y
queremos ver si son merecidos. Además el simpatiquísimo camarero nos lo ha
recomendado.
Txakoli
Aguirrebeko 2013
Txakoli obtenido a
partir de uvas Hondarribi zuri, cultivadas en suaves laderas orientadas al sur
en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, a una altitud media
de 200 m. Tiene un tono amarillo verdoso.
Muy fresco, con fruta
muy marcada en nariz y ciertos toques en boca de cítricos y fruta tropical.
Buena acidez. Creo que este vino merece esperar un par de años en botella para
sacarle todo su potencial. Nos ha gustado
mucho.
Siempre guiados por el
camarero, que nos ha parecido un tío muy majo y con muy buen criterio, nos
hemos decantado por compartir para primeros un marmitako y una ensalada de
bonito.
El marmitako estaba
para comerte no uno, tres platos. Mucha cantidad de bonito, la patata cojonuda,
el caldo “”gordito”. Una pena eso de las puñeteras calorías. Yo me hubiese
comido todo y algo más pero……
La ensalada, muy
generosa del ingrediente principal, además estamos donde estamos y aquí el
bonito no puedo defraudar. Con un aliño especial que le da un toque sabroso de
ganas. No hemos dejado ni una miga.
De segundos, también
para compartir, unos txipirones en su tinta con patatas fritas. Este plato no
nos ha dicho gran cosa. Producto congelado en ambos casos. Simplemente
correcto. La salsa sí que está para mojar pan.
El otro plato ha sido el
plato estrella. Unas antxoas frescas pero frescas, creo que con ver la foto
está todo dicho. Del Cantábrico, compradas esta mañana.
Pues en un menú de
este precio unas antxoas como estas…. Si lo llego a saber hubiésemos pedido los
dos lo mismo. Puro producto diez.
El pan, un pan de
barra pero de calidad, estaba muy rico. A mi es algo que me pierde y me
fastidia que no se le de la importancia que se merece. En este caso me alegro
de la calidad.
No hay demasiada
hambre ya pero un postre para compartir no estaría mal.
Nos dicen que no queda
gran cosa por la hora pero que la tarta de chocolate y naranja está muy rica y
además es casera.
Pues señores, rica no,
lo siguiente. Mira que no soy yo demasiado amigo de las tartas de chocolate
pero esta estaba estupenda.
Un cortao para rematar
la faena y esa sensación muy satisfactoria que hace que sepas que si vuelves a
Bermeo, volverás a repetir y que si alguien te pregunta se lo recomendarás sin
duda alguna. Eso ya lo dice todo.
El precio del menú
especial son 18 euros. Nosotros hemos cambiado el vino por lo que al final han
sido 49 euros por los dos que me parece una excelente relación calidad precio.
Me quedo también con el servicio, simpáticos todos ellos.
Nos acercamos hasta el
puerto, allí están los barcos que tantas alegrías nos dan en la mesa en forma
de pescados. La foto que encabeza este comentario es un pequeño homenaje a su labor.
También observamos los
daños producidos por los últimos temporales de este año tan complicado. Prueba evidente de que el mar es preciso y tranquilo da calma pero cuando se "enfada" nos demuestra todo su poder.
Me ha gustado Bermeo, tiene mucho ambiente, eso sí, si quiero
algún día jugar al “escondite” no será el destino elegido, me he encontrado con
medio mundo conocido y parte del otro.
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