Hay que aprovechar esta climatología tan tropical que tenemos
estos días. Temperaturas de las que “me secan” pero que a alguna le dan más de
una alegría. Hoy hemos visto 36 grados.
Hace años que había visto este restaurante en mi constante indagar
por las redes pero la recomendación de
Josean me disipa cualquier duda existente.
Así que llamo para reservar y arrancamos hacia esa parte de nuestra provincia
tan distinta de la zona Cantábrica. Vamos con tiempo, que primero tengo que
localizar el local. Una vez con la certeza de poder llegar a la hora nos vamos
hasta Laguardia a tomar un pote en sus frescas callejuelas. Precioso anochecer
rodeados de viñedos y bodegas.
El hotel-restaurante es, sin duda, impresionante. Un diseño
moderno. Un espacio que parece sacado un tanto del futuro entre casas de
“algunos” años más. Junto a la iglesia, casi un adjunto a ella. Pero no destaca
sobremanera, parece mimetizado en el ambiente.
Un comedor precioso, con maravillosas mesas donde se percibe que
estamos en tierra de vinos. Todo perfecto. Mesas, vajilla, coperío,
cubertería……Amplios ventanales, el techo lleno de barricas de vino.
Nos acomodan en nuestra mesa y nos acercan las cartas. Como no
puede ser de otra manera dejo que Aran vaya echando un vistazo al asunto del
comer mientras yo me doy un pequeño “paseo” por la del líquido elemento. Me
preguntan si necesito ayuda y aprovecho. Le digo que estamos donde estamos, que
quiero un vino blanco, uno con crianza y si puede ser con algún año en sus
espaldas. El me comenta que le estoy describiendo un Tondonia. Razón no le
falta pero quiero probar alguna cosa distinta.
Así que tras pensarlo un momento
me recomienda un Tierra Fidel. Cosecha 2012. Dice que los clientes no suelen
pedir precisamente vinos “viejos” así que no suele tener oferta de ellos. De
sobra sabemos que el público en general es de blancos jóvenes. Buen servicio de
comienzo, con presentación, descorche y pequeña “cata” para después
presentarnos unas cojonudas copas. Rechazo la cubitera puesto que tiene una
temperatura suficientemente baja como para darle aún más frío. La recomendación
del bodeguero es de beberlo a 13 grados.
Un vino con un 20% de garnacha blanca, otro tanto de Viura y
Malvasía y el 40 restante de otras variedades. Con 13,5 grados de volumen de
alcohol. Crianza sobre sus lías. En
barricas de roble francés.
Presenta un amarillo pajizo. La nariz no es en mi opinión
demasiado afrutada y tampoco se percibe en exceso el toque de madera. Creo que
es un vino que necesita un tiempo para disfrutarlo en su justa medida, va
ganando puntos a medida que trascurre la cena. Ciertamente me ha gustado
bastante. Una entrada potente y una acidez muy considerable que invita a
beberlo tranquilamente, es graso.
Se nos acerca uno de los camareros con lo que va a ser nuestro
aperitivo. Colocado en una hoja de periódico nos presenta una especie de
“mortadela” italiana. A la vista parece “cabeza de jabalí” pero sabe a
mortadela rica, muy rica. Con una especie de tostada de pan y unas cremas que
no recuerdo. Recomendación de enrollarlo y colocarlo en el pan. Ciertamente
estaba muy rico. Pena que no hay foto.
Nos colocan en mesa un pan que tiene una pinta…. Pan blanco con un
toque de vino blanco. Además nos ponen en un plato un estupendo aceite de oliva
de mucha intensidad y un par de recipientes con sal gorda. Lógicamente de
Añana, Gruesas escamas, normal la una, de vino tinto la otra. Esto con una
tableta de chocolate…… para una merienda gozosa.
Compartimos dos medias raciones de entrantes. Por un lado unas
verduras de verano en su punto con jugo meloso. Realmente están en su punto. El
jugo hace que uno comience a dar cuenta del estupendo pan. Me sorprende mi compi, de comer un tanto
“adolescente”, disfrutando de ellas.
El segundo entrante es ya un tanto más de “diseño” dentro de su
clasicismo. Cremoso de patata nueva y ensalada de txangurro. Eso sí, lleva unos
toque distintos que le dan un punto interesante. Un jugo de carne y cigala, un
mar-tierra que de nuevo me hace utilizar ese pan para dar cuenta de ello.
Aran ha tenido alguna duda a la hora de elegir su plato principal.
Se anima al final con un taco de rape asado. Lleva un caldo de panceta con un ligero toque
picante, unos noodles y un poquito de caviar coronando el plato. El pescado
está muy rico. En ese punto del rape un tanto “tieso”. La especie de sopa en la
que descansa es, desde luego, algo distinto a lo habitual. No ha terminado de
enamorar a mi compi. Tampoco es un asunto sencillo conseguirlo. Me parece un
tanto arriesgado el plato para el público en general. De todos modos está
sabroso, jugoso y rico.
Yo he leído eso de Manitas de cerdo guisadas como antaño y he sido
incapaz de resistirme. Una ración más que generosa. A tener en cuenta que están
deshuesadas. Todo lo que se ve es aprovechable. Echo mano de esa sal que tengo
en mesa para darle un añadido que creo que lo necesita. Están tan ricas que
termino degustándolo yo también como antaño. ayudado de ese pan blanco y a dos
manos. El camarero al recoger el plato me dice que ya ha visto la cara de
“disgusto” que tenía al comerlas. Un rato de esos que hace que esta afición sea
cada día más apetecible.
Los postres son elaborados por lo que te recomiendan pedirlos con
antelación. No tenía yo muchas dudas de lo que íbamos a comer y no he fallado.
Así que nos decantamos por Nuestra tarta de manzana, toffee, crema madame,
hojaldre y helado de sidra. La manzana estaba amarga. Le comento a Aran que un
poquito de azúcar le hubiese venido muy bien. De todos modos al juntar los ingredientes el
resultado final es muy agradable. Esa crema madame, una especie de crema
pastelera con un toque a vainilla muy goloso. El helado de sidra con sabor
intenso.
Nos tomamos los correspondientes café e infusión y como somos de
beber pausado, tenemos aún una copita de vino para disfrutar en esa romántica
terraza exterior. La temperatura es la ideal aunque alguna ya necesite esa
“rebequita”.
El precio total ha sido de 107 euros y tengamos en cuenta que el
vino son 33 euros por lo que la cena me parece muy ajustada. Buen precio.
El entorno sube en este caso más de un punto a la experiencia.
Cogemos la carretera, viñedos y bodegas por doquier. Hemos tenido mala suerte, no se nos ha
cruzado ninguna “lágrima de San Lorenzo”. Hora y pico más tarde disfrutamos de
la frescura que ha traído la brisa. Estupenda experiencia. Gracias Josean por
la recomendación Su página web: www.hotelviura.com
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