14 de agosto de 2016

RESTAURANTE VIURA (VILLABUENA DE ALAVA): Notable cocina en un sobresaliente entorno.

Hay que aprovechar esta climatología tan tropical que tenemos estos días. Temperaturas de las que “me secan” pero que a alguna le dan más de una alegría. Hoy hemos visto 36 grados.


Hace años que había visto este restaurante en mi constante indagar por  las redes pero la recomendación de Josean me disipa cualquier duda existente.  Así que llamo para reservar y arrancamos hacia esa parte de nuestra provincia tan distinta de la zona Cantábrica. Vamos con tiempo, que primero tengo que localizar el local. Una vez con la certeza de poder llegar a la hora nos vamos hasta Laguardia a tomar un pote en sus frescas callejuelas. Precioso anochecer rodeados de viñedos y bodegas.


El hotel-restaurante es, sin duda, impresionante. Un diseño moderno. Un espacio que parece sacado un tanto del futuro entre casas de “algunos” años más. Junto a la iglesia, casi un adjunto a ella. Pero no destaca sobremanera, parece mimetizado en el ambiente.


Un comedor precioso, con maravillosas mesas donde se percibe que estamos en tierra de vinos. Todo perfecto. Mesas, vajilla, coperío, cubertería……Amplios ventanales, el techo lleno de barricas de vino.


Nos acomodan en nuestra mesa y nos acercan las cartas. Como no puede ser de otra manera dejo que Aran vaya echando un vistazo al asunto del comer mientras yo me doy un pequeño “paseo” por la del líquido elemento. Me preguntan si necesito ayuda y aprovecho. Le digo que estamos donde estamos, que quiero un vino blanco, uno con crianza y si puede ser con algún año en sus espaldas. El me comenta que le estoy describiendo un Tondonia. Razón no le falta pero quiero probar alguna cosa distinta. 


Así que tras pensarlo un momento me recomienda un Tierra Fidel. Cosecha 2012. Dice que los clientes no suelen pedir precisamente vinos “viejos” así que no suele tener oferta de ellos. De sobra sabemos que el público en general es de blancos jóvenes. Buen servicio de comienzo, con presentación, descorche y pequeña “cata” para después presentarnos unas cojonudas copas. Rechazo la cubitera puesto que tiene una temperatura suficientemente baja como para darle aún más frío. La recomendación del bodeguero es de beberlo a 13 grados.
Un vino con un 20% de garnacha blanca, otro tanto de Viura y Malvasía y el 40 restante de otras variedades. Con 13,5 grados de volumen de alcohol.  Crianza sobre sus lías. En barricas de roble francés.
Presenta un amarillo pajizo. La nariz no es en mi opinión demasiado afrutada y tampoco se percibe en exceso el toque de madera. Creo que es un vino que necesita un tiempo para disfrutarlo en su justa medida, va ganando puntos a medida que trascurre la cena. Ciertamente me ha gustado bastante. Una entrada potente y una acidez muy considerable que invita a beberlo tranquilamente, es graso.


Se nos acerca uno de los camareros con lo que va a ser nuestro aperitivo. Colocado en una hoja de periódico nos presenta una especie de “mortadela” italiana. A la vista parece “cabeza de jabalí” pero sabe a mortadela rica, muy rica. Con una especie de tostada de pan y unas cremas que no recuerdo. Recomendación de enrollarlo y colocarlo en el pan. Ciertamente estaba muy rico. Pena que no hay foto.


Nos colocan en mesa un pan que tiene una pinta…. Pan blanco con un toque de vino blanco. Además nos ponen en un plato un estupendo aceite de oliva de mucha intensidad y un par de recipientes con sal gorda. Lógicamente de Añana, Gruesas escamas, normal la una, de vino tinto la otra. Esto con una tableta de chocolate…… para una merienda gozosa.

Compartimos dos medias raciones de entrantes. Por un lado unas verduras de verano en su punto con jugo meloso. Realmente están en su punto. El jugo hace que uno comience a dar cuenta del estupendo pan.  Me sorprende mi compi, de comer un tanto “adolescente”, disfrutando de ellas.


El segundo entrante es ya un tanto más de “diseño” dentro de su clasicismo. Cremoso de patata nueva y ensalada de txangurro. Eso sí, lleva unos toque distintos que le dan un punto interesante. Un jugo de carne y cigala, un mar-tierra que de nuevo me hace utilizar ese pan para dar cuenta de ello.


Aran ha tenido alguna duda a la hora de elegir su plato principal. Se anima al final con un taco de rape asado. Lleva un caldo de panceta con un ligero toque picante, unos noodles y un poquito de caviar coronando el plato. El pescado está muy rico. En ese punto del rape un tanto “tieso”. La especie de sopa en la que descansa es, desde luego, algo distinto a lo habitual. No ha terminado de enamorar a mi compi. Tampoco es un asunto sencillo conseguirlo. Me parece un tanto arriesgado el plato para el público en general. De todos modos está sabroso, jugoso y rico.


Yo he leído eso de Manitas de cerdo guisadas como antaño y he sido incapaz de resistirme. Una ración más que generosa. A tener en cuenta que están deshuesadas. Todo lo que se ve es aprovechable. Echo mano de esa sal que tengo en mesa para darle un añadido que creo que lo necesita. Están tan ricas que termino degustándolo yo también como antaño. ayudado de ese pan blanco y a dos manos. El camarero al recoger el plato me dice que ya ha visto la cara de “disgusto” que tenía al comerlas. Un rato de esos que hace que esta afición sea cada día más apetecible.


Los postres son elaborados por lo que te recomiendan pedirlos con antelación. No tenía yo muchas dudas de lo que íbamos a comer y no he fallado. Así que nos decantamos por Nuestra tarta de manzana, toffee, crema madame, hojaldre y helado de sidra. La manzana estaba amarga. Le comento a Aran que un poquito de azúcar le hubiese venido muy bien.  De todos modos al juntar los ingredientes el resultado final es muy agradable. Esa crema madame, una especie de crema pastelera con un toque a vainilla muy goloso. El helado de sidra con sabor intenso.


Nos tomamos los correspondientes café e infusión y como somos de beber pausado, tenemos aún una copita de vino para disfrutar en esa romántica terraza exterior. La temperatura es la ideal aunque alguna ya necesite esa “rebequita”.
El precio total ha sido de 107 euros y tengamos en cuenta que el vino son 33 euros por lo que la cena me parece muy ajustada. Buen precio.


El entorno sube en este caso más de un punto a la experiencia. Cogemos la carretera, viñedos y bodegas por doquier.  Hemos tenido mala suerte, no se nos ha cruzado ninguna “lágrima de San Lorenzo”. Hora y pico más tarde disfrutamos de la frescura que ha traído la brisa. Estupenda experiencia. Gracias Josean por la recomendación  Su página web: www.hotelviura.com

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