8 de abril de 2018

RESTAURANTE EL INFIERNO (DELIKA): Donde nace el "agua de Bilbao".


Lugar “mítico”. “escondido” de la mano de dios. Hace muchos años sitio de obligado cumplimiento. Yo hacía 4 que no pasaba por aquí. Cambio de gestión. Lo ha cogido una chica valiente. En los tiempos que corren no es fácil meterse en berenjenales.

Ha sido gracioso. Amaia, “mi jilguerillo” me ha propuesto visitarlo pues ha escuchado cosas buenas desde la nueva apertura. Yo me meto en Facebook y veo las fotos. La llamo para decirle que es un “mexicano”. Con lo que es ella para comer…..
Pues nos animamos y hacia allí que nos dirigimos. A pesar del tiempo transcurrido no se me ha olvidado el camino. Lugar privilegiado. Ruta hacia el nacimiento de nuestro río Nervión, ese que desemboca en el Cantábrico. Desde aquí puedes darte un precioso paseo hasta la cascada de su nacimiento.

Pues entramos por la puerta. Nada que ver con las fotos que había visto. Hablando con la camarera, pasamos un rato de risas. Resulta que el que había visto era un mexicano de México, que también se llama El Infierno. Pues no, aquí se vienen a comer cosas clásicas. Por encargo algunas de ellas como el cordero y las patas.
Por allí aparecen Mentxu, la jefa y su marido. Nos sacan la carta para que vayamos echando un vistazo. Amaia, que siempre come con los ojos, me incita. Yo sé lo que me espera.

A una hora más bien europea, entramos al agradable y luminoso comedor. Le han dado una vuelta. Buenas mesas, de tamaño más que suficiente.
Nos arrancamos con unos fritos variados. Croquetas, langostinos con “gabardina”, huevos albardados……. Todos a buen nivel. Croquetas de bocado. Los huevos me recuerdan a los que me hacía mi amatxu. Una buena ración, nada aceitosa.

De segundo, no esperaba yo esto, Amaia se decide por su txuleta. Nos dicen que son todas de kilo. Gramo arriba, gramo abajo.


La presentan en piedra caliente. Pues vaya sorpresón. Una carne de estupenda calidad. Suave, con mucho sabor. Incluso el “gordo” está de rechupete. La acompañan unas patatas caseras y unos pimientos rojos. Como no podía ser de otro modo, yo me tengo que “cepillar” el 70% de la carne. Así que me pongo “tibio”. Pero disfruto mucho.
Mi compi es “moscatera” cien por cien. Así que se pide su imprescindible copa de moscato. Yo pregunto por si hay sorpresas pero…. Así que degusto un par de copas de un txakoli de la tierra. Un Eukeni. Pues está rico. Fresco, fruta, acidez reseñable.

Como es habitual en ella, siempre encuentra un lugar en ese pequeño estómago para el postre. En esta ocasión un “café especial”. Tipo italiano. Nos sacan dos cucharillas y lo pruebo. Pues está cojonudo.

Hace un viento que pela pero la casa nos protege del mismo. La temperatura es agradable. En la pequeña terraza disfrutamos de un buen cafecito y nos echamos los cigarros correspondiente.
Por 55 euros hemos cenado estupendamente. Un sitio para todos. Tanto para aprovechar un alto en el camino como para una cena romántica. En invierno y con ese fuego bajo encendido tiene que ser muy agradable. Y en verano, a la sombra de esos majestuosos árboles, tampoco se tiene que estar nada mal.

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