29 de abril de 2019

RESTAURANTE KASKAGORRI (VITORIA/GASTEIZ): Un alavés con salsa bizkaina.


Aprovechando que mañana tenemos fiesta por coincidir nuestro patrón en domingo, nos acercamos a la capital alavesa el día en el que sus habitantes se acercan a las campas de Armentia a celebrar su fiesta.

En Kaskagorri ya he estado en alguna ocasión y siempre con buenos resultados. No esperaba menos hoy. Dejo que mi amiga Marijo vaya decidiendo lo que vamos a cenar mientras yo echo un vistazo a su carta de vinos. No hay demasiadas opciones dado que a mi compi no le van los espumosos, así que al final me decido por un albariño que, sin ser lo que yo bebería de este productor, sé que nos acompañará correctamente en nuestra cena de hoy. Zarate, cien por cien albariño. Vendimia manual, sin uso de herbicidas. Un vino muy afrutado con buena acidez. Un vino que mejorará si lo dejamos en botella uno o dos años, estoy convencido. 
Comenzamos con un tartar de atún rojo salvaje de Almadraba con aceite de sésamo, vinagre de arroz y soja. Está riquísimo. Con un toque dulce pero muy agradable. Estupenzo comienzo.

Continuamos con una generosa ración de pulpo á Feira a su estilo. Con patata confitada y caramelo de pimentón de la Vera. Pieza impresionante. Textura perfecta. Sabor muy conseguido. Calidad, buen hacer…. Un plato de los destacables, sin duda.

Como no podía ser de otro modo, hoy hay caracoles. Y desde luego que “cumpliremos” y además con satisfacción. Somos de un pueblo “alavés” pero con corazón bizkaino. La cercanía es lo que tiene. Así que eso de que en la capital alavesa nos ofrezcan algo con salsa bizkaina tiene su aquel. Buena ración y muy bien conseguida esa salsa. Riquísimos. 

Terminamos la parte salada con una carrillera de buey Pastuenco del Esla. Braseada, sobre puré de patata frutada y verduritas salteadas. El camarero que nos atiene nos dice que serán las mejores carrilleras que hayamos comido jamás……. Le digo que eso es mucho asegurar. Están a nivel de notable alto y sí las pondría en mi top pero…. de ahí a ser las mejores…… 

Le pedimos que nos aconseje un postre y no lo duda. Así que compartimos un biscuit glacé de Goxua. Un helado artesano inspirado en el postre tradicional alavés. Pues eskerrik asko por la recomendación. Espectacular. Sabroso, dulce pero en su justa medida. Un goxua frío y estupendo. Aconsejable cien por cien.

 Hoy no podemos concentrarnos del todo, así que tenemos que echar una miradita al móvil para ver que ha sido de esos resultados electorales. Ese miedo que teníamos se desvanece. Así que una copita de moscatel de Ochoa para celebrarlo. Dos cafecitos bien ricos y abonamos los 121 euros de la cuenta. Buen local, bonito, bien vestido, atención profesional, buena materia prima y bien tratada y buena RCP.

21 de abril de 2019

RESTAURANTE SAN MAMES (BILBAO): Bien no, Mejor.

Pepe y Javi han “sucumbido”, como yo lo hice hace tiempo y se han dejado “abducir” por la gastronomía para visitar un campo de fútbol. Y desde luego que la cosa ha merecido la pena.


Nos recibe Antonio, alma mater de este restaurante. Nos acomoda en una de sus estupendas mesas con vistas al campo.  Su opción actual consiste en elegir la largura del menú. Corto, medio o largo y nosotros nos decidimos por el intermedio. 



Mientras el amable y profesional servicio nos va explicando algunas cosas y nos va surtiendo de pan, por cierto, estupendo y muy variado, desaparece Antonio en busca de algo que beber. Siempre me he fiado de él y conoce bien mis gustos. 
De nuevo me sorprende con algo conocido pero diferente, un txakoli Itsasmendi 7, añada 2012. Es increíble como ha evolucionado este vino. A mi personalmente me apasiona.

Me encanta. Redondo, cremoso, sabroso. Mucha “culpa” imagino que será de ese elevado porcentaje de uva riesling que lleva e imagino también que ese año sería un año óptimo en lo referente a la cosecha. No le quedan más botellas pero yo intentaré hacerme con alguna.  A mis compis también les ha encantado, de lo cual me alegro.


Disfrutamos primeramente de un par de cojonudos aperitivos, uno es su propia mantequilla con un crujiente de garbanzo y el otro un “txurro” de cebolla.



Hoy con las emociones alguna que otra foto se ha olvidado así que haremos una del menú propuesto, diciendo que además hemos sido obsequiados con una estupenda kokotxa y su pil-pil y una esfera de manteca de cacao rellena de una espuma cítrica de bergamota.

Decir que todos y cada uno de los platos han estado a un enorme nivel. Sabores puros y otros con acertadas conjunciones. Cocina más que destacable y entretenida.

A medio camino toca abrir una nueva botella y Antonio ha decidido que probemos un cava. Desconocido para mi. Un Sabaté i coca. Bodega Castellroig. Un brut nature gran reserva. Cosecha 2009. Un descubrimiento satisfactorio de un vino con una muy buena relación calidad-precio.




Cuando le llega el turno a la carne, Antonio tiene el detalle de ofrecernos un tinto. Más bien para mis compis que para mi. 


Un rioja joven que he probado y que me ha sorprendido. Sigue sin ser mi pasión pero se deja beber. Mis compañeros disfrutan de él. Un LZ de la bodega Lanzaga. Variedades tempranillo, garnacha y graciano. Un vino que descansa unos meses en depósitos de cemento sobre sus propias lías. Un vino ligero, muy afrutado y fresco a más no poder.


Y a la hora de los postres de nuevo descubrimos un dulce. De la finca Las Caraballas. Diríamos más bien un “semi-dulce” puesto que tiene su grado de amargor. Está rico.


Terminamos con unos estupendos cafés servidos a nuestra manera, solos y con una jarrita de leche para cortarlos cada uno a su gusto.
El precio de su menú 8 pases es de 60 euros iva incluído. Muy ajustado. Una experiencia de las de enmarcar.  Inmejorable entorno, difícil de superar el servicio, producto de altísimo nivel y ese "plus" en forma de una persona de mucha, pero que mucha calidad, "Don Antonio". Un placer, eskerrik asko.

12 de abril de 2019

Gracias "papas"..... eskerrik asko Pepe.


Nos hemos juntado hoy una cuadrilla con un amigo común, Pepe.  Nuestro amigo ha decidido cambiar de domicilio y se nos hace “urbanita”, así que alguna que otra mano le echamos en ese cambio de ubicación y, generoso como siempre, nos invita a una cojonuda comilona. Decimos "adios" a esa mesa donde tan buenos momentos gastronómicos se han pasado.


Así que en un txoko de la vecina “localidad” de Areta y esperando las viandas servidas por el restaurante "El túnel", nos agrupamos en alegre “biribilketa” para celebrar la buena nueva como es menester.

Mientras esperamos la llegada del grueso del pelotón, los más tempraneros tenemos la oportunidad de degustar unas cojonudas antxoas, una ventresca de bonito y unos estupendos pimientos rojos asados. Por supuesto, vamos probando algunos de los vinos aportados por unos y otros. Hoy el nivel no ha sido precisamente de los de mucha altura pero el resultado si que ha satisfecho a muchos.
Los entrantes los regamos con un blanco de rioja, un Dominio de Berzal Parcelas. Cien por cien viura. Ciertamente no está malo sin ser mi pasión. A mis compis les gusta más que a mi pero se deja beber gustoso.


Una vez completo el grupo, comenzamos el recorrido gastronómico con unos ricos berberechos de esos que si empiezas no terminas….



El vino elegido ha sido un albariño, el Eidosela. Desde luego que para los amantes del albariño como tal es ideal, yo no puedo con él. Fruta por todos lados, frescura… pero no es mi estilo. Eso sí, ha sido el triunfador de la velada. Mientras ellos disfrutan, los más “atrevidos” abrimos un txakoli que está muy rico pero que hoy tenemos la ocasión de bebernos ni más ni menos que un 2010. Otxaran de Zalla. Pues curiosamente sigue estando vivo y está muy pero que muy bebible.




Continuamos con unas almejas y unas gambas plancha. Aquí nadie regala nada, así que el reparto se hace equitativamente y a disfrutar que son cuatro días.


De nuevo abro otro txakoli, en esta ocasión un G22 de Gorka Izagirre, del 2015. Este sí que merece la pena. Acidez bien marcada y aroma intenso. Vivo, muy vivo.
Como sabor, las que lo tienen y mucho son las nécoras. Me encantan pero no tengo yo paciencia para comer estas cosas. Ricas, muy ricas.



Llega lo que para mi ha sido el platazo de la jamada. Unas maravillosas papas con bogavante. 

La madre que las parió…. Ricas pero ricas de ganas. Yo me he puesto las botas pero las botas grandes. 3 platos hondos hasta las cartolas y la razón ha podido a la gula, de otro modo me hubiese dado un mal. Aplausos para las cocineras. El bogavante también rico pero en esta ocasión el alimento al que Pablo Neruda dedicó una oda, se ha ganado su bien merecida fama.



Esto ya lo hemos acompañado de un champagne básico pero que acompaña de maravilla todo lo que se le ponga por delante, un Pommery brut royal. Variedades chardonnay, pinot noir y pinot meunier. Crianza de tres años. Intensa nariz y agradable burbuja. Una pena no haber acompañado toda la comida con él pero……
Mientras los más golosos van pidiendo algún postre, a mi me presentan un “regalo”. En cuanto lo cojo al peso les digo que sé lo que es. El membrillo de mi amiga Mertxe me ha preparado un poco de membrillo. Mira que me meto con ella pero no es rencorosa y agradezco el detalle. Gracias guapa.



Unos cafecitos bien preparados y como andamos con sed, le pregunto al propietario del bar que hoy nos ha preparado la comida si tiene por ahí algún champagne. Curiosamente, aunque no nos hemos terminado de entender, aparece con dos botellas de un vino espumoso francés, de la zona del Loira. Un Grandin grande reserve brut. Varias variedades pero sobre todo la merlot y garnacha. Vino afrutado pero muy agradable de paso en boca. Pues mira tú por dónde y sin pensarlo no hemos terminado mal. 
Algún que otro GT cae por ahí y la velada se alarga.


Los espíritus están “alegres”. Algunos más que otros. Eskerrik asko Pepe por tu generosidad.  Que te vaya bonito en tu nuevo hogar. Gracias Abdu por esas fotos. Gracias a tod@s por la compañía. Esto habrá que repetirlo y a no mucho tardar.

7 de abril de 2019

RESTAURANTE URIBE KOSTA (PLENTZIA): Sabrosa y muy imaginativa cocina.


Nuevo descubrimiento y además muy agradable. Se trata de un local “multiusos”. En verano resulta ser un “hotelito” con bar-cafetería y servicio de restaurante en su preciosa terraza. En temporada baja aprovechan esas habitaciones del hotel para ofrecer un comedor muy romántico y bonito que invita a la tranquilidad y al disfrute. Estupendas vistas a la ría.


Venía, como casi siempre, con media lección aprendida pero dejo que el atento y amable servicio me explique un poco su política y sus opciones.


En primer lugar “negocio” un poco lo que vamos a beber, ante su carta de vinos, pregunto, por si las moscas, si tienen algo además y para nuestra sorpresa resulta que tienen un cava que ya hemos probado y que sabemos que tiene una estupenda relación calidad-precio, un Mare de Giró Ribot. Brut nature gran reserva. Variedades Xarel-lo, macabeo y parellada. Con una crianza mínima de 50 meses en botella. Un buen vino muy agradable.


Nos ofrecen la posibilidad de probar más cosas “regulando” un poco las raciones, así que comenzamos nuestro divertido recorrido gastronómico de hoy:

Croquetas de talo que no es talo. Cuatro piezas de buen tamaño. Cobertura crujiente y jugosas por dentro. Con cierto sabor a chorizo pero muy suave. Riquísimas.


Tenderete de langostinos. De nuevo cuatro estupendas piezas con una sencilla pero imaginativa presentación. Un pequeño cubo con una salsa con toque de soja y ligero punto picante. No necesitan los langostinos ayuda, están muy ricos pero la mezcla es aún más sugestiva.


Piruletas de pulpo. Presentadas sobre una piedra. Con otro pequeño cubito con un ligero puré de patata que gusta tanto a Aran que casi no lo pruebo. Muy, pero que muy ligero. El pulpo está cojonudo.


Un clásico de muchos locales pero que nunca deja de sorprenderme. Un huevo poché. Aparece presentado en una “huevera” de las de siempre, con forma de gallina. Un plato que siendo de calidad es algo que no cansa jamás. Apetitoso.



Terminamos la parte salada con un cochinillo a baja temperatura. Muy trabajada presentación. Rodea a la pieza de carne una especie de pequeño “huerto”.  El plato está perfecto de ejecución y aplaudimos el tremendo “currelo” de la preciosa presentación.


Yo me animaría a seguir comiendo pero mi compi dice que con algo dulce nos quedaremos bien. Pues ante la recomendación de nuestros anfitriones, nos decantamos por su tarta de queso. De nuevo tremenda sorpresa al verla. De nuevo ganas de agradar la vista, de nuevo el resultado en boca está a la altura del resultado visual. Un postre seductor. Aconsejable.


Menta poleo y cortao. Pagamos los 86 euros totales. Si no bebéis vino por 30 euros por persona podéis cenar aquí de maravilla. Aplausos finales para ellos. Cocina imaginativa, cocina muy vistosa pero de sabores muy conseguidos y agradables. Seré cansino pero aquí repito sí o sí.