30 de julio de 2018

RESTAURANTE LAS PALMERAS (PLENTZIA): Producto de casa y de primera.

Otro restaurante que me gusta visitar todos los años. Un buen descubrimiento hecho a base de leer espacios como este que, al menos, ayudan a conocer sitios que hacen las cosas bien.


Como no podía ser de otro modo, "nos perdemos" un tanto. Me encanta. Me lo paso genial. Saber que simplemente con dar a un botón puedo llegar a la primera pero ser capaz de pasar de la "robótica" y ser, simple y llanamente un mortal....... deberíais probar esa sensación de vez en cuando.

El comedor es pequeño y dependiendo un tanto del tipo de comensal, puede resultar más o menos "ruidoso". En esta ocasión. la presencia de unos "pekes" ha hecho que la salida al exterior, a disfrutar de su preciosa terraza, haya sido más adelantada. Conste que simplemente eran unos niños siendo niños, nada más.
Carta de vinos corta. Quizás un espumoso medio entre el que tienen como básico y el típico champagne que vive del nombre, no estaría nada mal.
Nos decidimos por ese cava. Mistinguett, que tiene un buen precio pero que no termina, precisamente, de enamorarme. Se bebe y no se bebe mal pero las comparaciones son odiosas. Servido como lo pido, sin cubitera dada su baja temperatura y en las copas de vino, que sabe más rico. Cumple, sin más.

Aperitivos agradables en forma de vasito de "salmorejo", aunque por el color no lo parezca. Rico.
Una crema de queso que está muy rica y que invita a untar en el pan y unas patatas que ya conocemos en una estupenda salsa con un ligerisimo toque picante que hace que incluso Aran disfrute con ellas.


Aquí nos encantan sus croquetas, cuatro tipos diferentes. De bacalao, de txipis, de hongos y de jamón. Todas ellas a buen nivel. Una ración más que generosa que te deja mucho más que satisfecho.


Sabemos que la carne de este local es de la zona. Me gusta que los restaurantes trabajen con producto cercano y más si es de calidad, así que nos pedimos un solomillo para compartir. Como no somos precisamente del mismo tipo de punto para la carne, cedo, como siempre, y dejo que Aran disfrute de ese punto un tanto "pasado" que la hace disfrutar un poco más.


Yo no puedo evitar pedirme medias raciones tanto de su tomate como de sus pimientos. Otro local que eso de las "medias raciones" no lo lleva nada bien. A mi me han parecido raciones enteras. Ricos, muy ricos ambos productos. Disfruto como un chiquillo de ambos platos. Qué fácil es ser feliz con cosas de siempre, con alimentos que nunca pasarán de moda.



Salimos a su terraza. Apetece. Temperatura agradable. Nos tomamos allí nuestros correspondientes infusión y cafecito. 


Abonamos la cuenta. 61 euros han tenido la culpa. Un estupenda relación calidad-precio. Hemos visto por allí unas hamburguesas que llaman la atención,, la verdad, quizás otro día nos animemos acompañándolas de alguna ensalada de buen producto.
Tenemos compañía. Un gato que la ha tomado con el cojín. Mira que son "pasotas"..... ni caso nos hace pero creo que nos hace saber que es "su casa" y no la nuestra. Buena opción con gente de andar por casa. Repetiremos, sin dudarlo.

22 de julio de 2018

OIHARTE (ZERAIN-GIPUZKOA):Una sidrería de nivel.


Precioso caserío, adquirido por sus actuales propietarios a la familia de mi acompañante.  Tienen una casa rural y una sidrería.


Abierto casi todo el año los fines de semana puedes optar por el típico menú o bien por una pequeña carta. Además también puedes degustar su sidra, elaborada por ellos mismos, bien al estilo tradicional, directamente de las kupelas o bien en botella para los más “comodones” como es el caso.

Hemos pedido una botella de su sidra espumosa Ama Oiharte. Una sidra rica, un tanto amarga. Esto no es un cava, ni mucho menos pero es agradable y acompaña bien una comida. Mi pasión no es pero no me disgusta en absoluto. Una manera distinta de saborear una bebida icónica en esta tierra nuestra.
Nos sentamos en una de sus mesas, sin lujos pero todo impoluto y con una atención super agradable. Nos obsequian con una cojonuda txistorra. 
Continuamos con  unas ricas croquetas caseras y una jugosísima tortilla de bacalao.

Pasamos a comernos una estupenda txuleta de buen sabor y hecha a mi gusto. Algunos trozos son posteriormente “maltratados” para que Aran pueda disfrutarla como es menester. 

Unas patatas fritas caseras hechas exactamente a mi gusto, es decir, bien hechas pero sin “crujientes”, con sabor a pura patata. Ricas de verdad.

Al contrario que en muchas sidrerías que suelen dejar bastante que desear , en esta la degustación de quesos es de unos maravillosos quesos de la zona, todos ellos Idiazabal y de pequeños productores. Desde luego que ninguno de ellos me ha dejado indiferente, todos a muy buen nivel, al igual que la mermelada que los acompaña.

Para colmo de los colmos, resulta que también elaboran una estupenda sidra de hielo. Dado su éxito, no dispone de botellas para vender pero al menos ha guardado alguna  para poder degustar un txupito. Su elaboración se realiza mediante la congelación del mosto y nos da un producto de una maravillosa acidez y que está riquísima.
Pagamos los 68 euros de la cuenta y nos vamos con un muy buen sabor de boca y prometiéndonos volver.

De vuelta a casa, sorteamos, no sabemos muy bien cómo, la que se nos viene encima. Donde haya descargado.......

15 de julio de 2018

CAPRICHO, HENAO (BILBAO): El mejor jamón..... y mucho más.


Había estado aquí tomando un txakoli y la verdad es que la oferta tenía una pinta estupenda. Pero yo soy ya más de restaurantes más “cómodos” para cenas tranquilas, de sitios donde estás más “escondido” en tu mesa amplia.

Pero dos personas de las que me fío bastante estaban diciéndome que tenía que probarlo, por un lado Carlos, un compi de catas que además suele disfrutar de buena comida y Oscar, un tío que está muy, pero que muy “capeao” en los asuntos gastronómicos  y que también me lo recomendaba.
Así que, aprovechando a mi retoño con el que las cenas no son, precisamente románticas, nos animamos a acercarnos. Aquí si quieres comer sentado tienes que reservar o bien esperar a que libre alguna de sus mesas. Como la reserva la hice con suficiente antelación, la mesa era la que para mi es la mejor, tiene unas “vistas” impresionantes y además es la más alejada de la barra y de la gente que allí degusta sus estupendos pintxos.


Una carta que te permite degustar cualquiera de sus pintxos o bien unas cuantas propuestas de raciones e incluso de medias raciones de excelentes produc tos. Una carta de vinos que no está nada mal y de los que puedes degustar también algunos de ellos por copas.
Estupenda atención por parte del servicio y sobre todo de un jovencísimo camarero que ha sabido estupendamente interactuar con nosotros.

Comenzamos con unas piparras en tempura. Llevo una temporada de piparras….. Mira que me gustan y en tempura además tienen su aquel.


Mientras degustamos las piparras, nos va cortando a mano, despacio, con estilo, esa media ración de ese jamón Joselito gran reserva que tiene una pinta cojonuda. Así que en cuanto le metemos manos descubrimos que es de los buenos, de los realmente buenos.


Pasamos a una ración de atún rojo, cortado en pequeños trozos que están muy bien preparados. Estupendo el producto. La salsa que lo acompaña está muy rica también, un ligerísimo toque picante pero suave y sabrosa.


Elegimos también unas antxoas preparadas a la brasa. De nuevo un buen producto y de nuevo bien elaborado. Ricas, están muy ricas.


Llegamos al plato que más me ha sorprendido esta noche. Txuleta de lomo alto. Suelo comer buenas carnes pero esta está realmente sabrosa. Tierna pero con mucho sabor. Nos ha encantado. La acompañan unos ricos pimientos y unas estupendas patatas fritas a mi gusto.



Terminamos con una pequeña degustación de tres quesos de cuyo nombre no puedo acordarme. Estaban ricos aunque quizás deberíamos haber elegido esa Torta Pacualete que tan buenos recuerdos nos trae. Bueno, hay más días y cosas que han quedado en el tintero.
Para beber he tenido alguna duda pero al final me he decantado por un cava extraordinario que no falla nunca. Por supuesto que en copa de vino y dado que su temperatura es baja, sin necesidad de cubiteras. Un Recaredo Terrers Brut Nature Gran Reserva.  Variedades Xarel-lo, Macabeo y Parellada. 66 meses de crianza. Fina burbuja y una mezcla entre fruta y amagor que le sitúa entre los mejores cavas en mi opinión en relación calidad-precio.

Como nos ha llegado justito, para los quesos hemos pedido una copita de algo que hace mucho que no pruebo  y mira que me gusta……. Pero hay que andar con ojo con los asuntos “del soplar”. Un Pedro Ximénez, en concreto Gutierrez Colosía.  No está nada mal y te deja una boca golosona que es un placer.

Termino solito con el café, el txikito no es precisamente cafetero. Como lo había solicitado, con una nube de leche. Buen café. Por cierto, el pan era de “baguette” pero como estaba tostadito y caliente, entraba de ganas, además en cuanto ven que te quedas sin él, aparecen con otra cestita. Encima en la cuenta no “da señales de vida”. Bien.



Pues abonamos los 86 euros de la cuenta, el cava son 25. Buena relación calidad-precio. Eso sí, yo personalmente pagaría sin problemas unos cuantos euros más por poder degustar todo esto en un comedor tranquilo y en una mesa más amplia. Reconozco que me estoy haciendo mayor pero me encanta la tranquilidad. No obstante si queréis buen producto, a buen precio, buena atención y buenos vinos, esta es, sin duda, una buena propuesta en Bilbao.

12 de julio de 2018

UNA CARACOLADA CON VISTAS.


De nuevo nos juntamos en la preciosa casa de nuestro compi Pepe para disfrutar de cuatro de los mejores placeres de la vida: buenas vistas, ricos vinos, una cojonuda jamada y por supuesto, compartirlo todo con buenos amigos.

Nos hemos hecho “adictos” a las antxoas y mientras preparamos algunas cosas y esperamos al último de los participantes, disfrutamos de algunas latas acompañadas de un buen tomate y de una sidra regalo de la visita de otro amigo a Asturias.

Una vez toda la cuadrilla presente, salimos al porche. Hace un día precioso. Frente a nosotros la Sierra Salvada y como “presidente”, el Tologorri.  


Javi ha preparado en el fuego bajo unas estupendas nécoras que Pepe nos trocea para hacernos más fácil su degustación. Hemos llegado a la conclusión de que nos gustan más a la plancha, quedan más jugosas. Pero esto está rico lo mires como lo mires. 


El asunto vinícola comienza con el txakoli de mi amigo Juanjo, el Tantaka. Para mis compis era novedad y realmente ha tenido un considerable éxito. Está rico el “condenao”.
Sale el plato principal de la velada, unos cojonudos caracoles. Quizás a la vista resulte la salsa un tanto espesa pero esa había sido mi petición y Patiño ha cumplido como es menester.  


Acompañan a este plato unas maravillosas piparras que Abdu ha frito con suma delicadeza. Me pongo las botas de ambas cosas. Me apasionan las piparrak y no digamos nada de los caracoles. Tengo la suficiente fuerza de voluntad para rematar la salsa con cuchara y así evitar meterme media hogaza de pan. 


Como tenemos para rato, abro una botella de un vino “rosado” que habría que discutir un tanto sobre catalogarlo como tal. Un Pricum. Con ver el color ya observaréis que es un rosado diferente. Demasiado “potente” en mi opinión para mi gusto. Pero reconozco que no está nada, pero que nada mal.


Los caracoles van poco a poco, tres buenos plato me meto y para ello abrimos otro txakoli, que por cierto también tiene mucho que ver con Juanjo, un Uno cosecha 2013. Increíble su color y más increíble aún su evolución. A mi me parece un vinazo que está en su momento exacto de consumo. Tiene aún acidez, está asentado, potente en boca. 


Uno de nuestros compis no es amigo de estos “cornudos” animalitos y se prepara un par de txuletas. Una para él, que se lo merece y la otra tiene la gentileza de compartirla con nosotros. Además él es de carne un poco pasada y la segunda nos la prepara más a nuestro gusto. Buena carne, ésta sí que está bien rica en esa parrilla. 


Ahora ya, abrimos el tinto que he traído pensando en ellos pero….. cosas curiosas de la vida….. empiezo a pensar que he metido la pata. Estoy llevando a unos cuantos al lado “claro”. Así que ese Heredad Torresano Roble 2015 no ha tenido el éxito que yo esperaba y hemos abierto un cava que ya conocemos de otras reuniones. Un excelente vino con una relación calidad-precio increíble. Un Jaume Giró i Giró brut. Esto se puede abrir en cualquier momento y para cualquier comida. Es potente de verdad, no te deja indiferente.


Para ir rematando la faena Javi ha elegido un par de quesos, uno no me ha hecho demasiada gracia, demasiado… ¿seco?. No lo sé. El otro, un idiazábal, estaba más “sudoroso”, más apetecible. Así que vamos dando cuenta de ellos poco a poco, pasito a pasito.


Las prisas no existen, tenemos expertos en asuntos variados. Y el café es cosa de Abdu que siempre va acompañado de su cafetera. Rico cafecito que lleva la leche justa para cortarlo. Aunque como "trampantojo" nuestro genial fotógrafo nos deleite con un "café-piscina".


Por allí aparecen los animales del lugar, esos gallos y sus “chicas”. Uno es el “jefe”, sin duda alguna. En cuanto intento asustar al “rebaño”, él se planta, defiende a su “gente”, como debe ser.


Yo intento echar una cabezada pero “no me fío” de alguno. Quizás aparezca alguna foto mía poco apropiada. Además, la “mimada” del lugar se me acerca. Sé que es por puro interés pero allí que se sube y me hace compañía. En el fondo me gusta pero no soy tan responsable como para asumir el cuidado de algo así.


Es ahora Javi quien nos “deleita” con unos más que cojonudos GTs. Esto entra de maravilla, trago pausado, fresco, sabroso, con la cantidad exacta de ginebra para no desagradar. Abdu nos sorprende, como siempre con su excelente fotografía.


El más veterano nos propone un paseo para bajar pesadez. Algunos nos animamos. Asi que con las pintas de los típicos “Santiagueros” nos acercamos hasta Los Arcos de Kejana a tomar un cafecito. 


Vuelta al “hogar” y tan sólo el “todoterreno” de Javi es capaz de meterse algo entre pecho y espalda. Yo hasta la mañana siguiente he sido incapaz de ingerir alimento alguno.
Otra velada agradable a pesar de la ausencia femenina, gente de bien, gente inteligente, cada cual aporta algo, siempre. Como no puede ser de otra manera, ya está organizada la próxima y entre medias, los 3 mosqueteros haremos alguna visita a algún restaurante pendiente.

8 de julio de 2018

RESTAURANTE DESLORIAN (VITORIA-GASTEIZ): Un postre para el recuerdo.


Hace tiempo que le había echado el ojo y sabía que iba a terminar visitándolo. Así que hoy ha sido el día. Llamada para reservar por si acaso.


Local amplio, moderno, me gusta su decoración. Buenas y espaciosas mesas, bien vestidas. Servicio amable y profesional. Atentas en todo momento y sin problemas a la hora de dar las correspondientes explicaciones. De nuevo un local que avisa si consideran que estás pidiendo demasiado. Un detalle muy importante.

En cuanto a mis gustos vinícolas, corta carta de blancos y espumosos pero suficiente para salir del paso. Así que hoy ha tocado un buen cava que siempre resulta más que resultón. Un Gramona  Imperial Brut. Con su habitual bollería presente, burbuja fina y un paso por boca muy promediado entre esa fruta y ese ligero amargor que hace que el trago sea más pausado. Un cava que siempre agrada y que me parece de una estupenda relación calidad-precio.

Nos obsequian como aperitivo con un par de cucharas  de salpicón de marisco. Evidentemente con la compañía de hoy, me “tengo” que comer ambas. Fresco comienzo.


Correcto el pan y calentito, que se agradece. Estamos en julio pero estamos en Gasteiz, hoy casi se agradece un ligero abrigo para la espalda.


Comenzamos con unos langostinos con crujiente de frutos secos, coulis de maracuyá y mojo picón. Como a Aran no le va el picante, les pedimos que el mojo nos lo sirvan de manera que no toque los langostinos. Dicho y hecho. Bonita presentación. Rico plato, de cantidad más que correcta. El mojo picón está en su punto. Ese picante que se nota y bien pero sin anestesiar. Yo mojo, nunca mejor dicho, hasta dejar el tarrito vacío.


Continuamos con un risotto de hongos. Aquí ya la cantidad es casi excesiva. Es un plato consistente. Está bien rico, como suele ser menester, un pelín “soso”. Buena cantidad de hongo y punto perfecto del arroz. La salsa resulta incluso un poco “dulce”, imagino que algo de nata habrá por aquí. Hemos medido bien la cantidad puesto que aún queda recorrido.


Compartimos ahora, presentado en raciones individuales, unos “flanes” de merluza rellena de setas y langostinos con crema americana. Lo de flan viene por su presentación. Buen pescado, bien preparado y notoria la compañía de la seta y el marisco. Un plato agradable al paladar y esa salsa lo suficientemente ligera tanto de textura como de sabor para no ensombrecer el asunto principal.


Terminamos la parte salada con unos tacos de buey a la plancha con patata panadera y piquillos. Desde luego que esta carne tiene un sabor especial. Yo soy más amigo del sabor de una buena vaca vieja, me gusta más. El buey, además con una maduración larga, tiene un toque que no termino yo de “entender”. Pero de todos modos muy rica y como hemos pedido, la mitad de ellos a mi gusto y la otra al gusto de mi compi que la prefiere más pasada.


Muy bien aconsejados por la camarera, compartimos un postre. Cien hojas de café con leche. Acompañado por un helado de turrón que está cojonudo y una pequeña galleta oreo. El hojaldre está  de muerte y la crema es de un toque cafetero pero muy fino. Arantza no es amiga del café pero le ha encantado. Además, por si tenéis problemas, es café descafeinado. Un postre de esos que se te quedan en la memoria. Riquísimo.


Cafecito e infusión. Abonamos los 95 euros que teniendo en cuenta los 24 del cava, resulta un precio muy ajustado a lo consumido. Pues un buen descubrimiento en la capital alavesa. Me ha parecido un restaurante con todos los ingredientes para poder disfrutar.