1 de enero de 2019

RESTAURANTE NIDOBILBAO: 2019??? Mucho mejor el 2009


Pues como siempre, a lo tonto otro año que se nos va. Con lo que les cuesta a las horas pasar en los momentos difíciles y después lo rápido que pasan vistas desde el presente.
Pues como ya hemos hecho costumbre, nos escapamos mi retoño y yo a celebrar este cambio de número a un restaurante que nos gusta y donde tenemos ese plus importantísimo de poder elegir algún vino rico para poder entrar en el nuevo año con buen pie.

Está lleno hasta los topes, menos mal que somos de reserva anual y a pesar de la locura de organizar este tipo de historias, a Iratxe no se le escapa ni una.

Hoy les toca trabajar y bien para que los demás podamos acomodarnos en una de sus mesas y ser atendidos estupendamente en todo momento con una sonrisa en la boca. Algunos encima dirán que cobran mucho. ¿A caso tiene precio algo así? Yo diría que no.
Queremos regar la cena con algo especial y sin dudarlo con unas burbujitas ricas. Así que yo me lo traía ya un poco estudiado. Nos decantamos por un champagne grand cru, de la zona de Ambonnay. Un Les Crayéres, cosecha 2009. Variedades chardonnay y pinot noir. Uno de esos vinos complejos, con intensidad aromática y con una boca que te permite saborearlo con paciencia, sin prisa alguna. Creo que hemos sido “inteligentes” con el trato de su temperatura. Resulta tremendamente agradable de beber. Para gustos los colores pero "ambos dos" hemos disfrutado como chiquillos con él. Creo que tiene larga vida pero mucha suerte sería volver a poder encontrarnos con él.
Comenzamos la cena sólida con una presentación preciosa de una ensalada de bogavante con vinagreta de frutos rojos. Calidad altísima del producto. Bueno y bonito.

Angel es un artista pero encima tiene mano, mucha mano con el arroz. Risotto de verduras  y alcachofas.

Un plato clásico del local que nunca falla. Pimientos rellenos de txangurro con salsa de marisco.

No entraba en el menú pero me comenta Iratxe si prefiero hongos o……….Caracoles a la bizkaina. Pues con la sorpresa de que mi hijo es de mi misma opinión, nos lazamos de cabeza hacia esos caracoles. Para untar pan y pan, cojonudos.

En este punto y como no me importa llevarme lo que sobre, tenía yo ganas de probar un vino en particular. Un ribeiro con muy buenas críticas. Concretamente un Emilio Rojo. Es de 2015. Variedades Albariño, Lado, Loureiro, Torrontés y Treixadura. Tiene un precioso color tirando a oro. Nariz muy compleja pero no de las de mi gusto. Quizás sea uno de esos vinos que me encantará cuando tenga algún añito más. De todos modos hay que reconocerle que “competir” con el champagne de hoy es un reto excesivamente alto y más en el paladar de dos enamorados de la espuma.
Terminamos lo salado con un solomillo a la plancha con pimientos asados a la leña y patatas fritas. Todo de calidad superior y trato espectacular. Carne suave y con ese toque que sella la parte superior pero deja jugoso su interior. Los pimientos para ponerse a “llorar”.

Disfrutamos de un helado de vainilla y un hojaldre con chocolate que cedo a mi retoño puesto que él no es amigo del plato de detalles de navidad que nos colocan delante. Pudiendo disfrutar más cada uno… para qué discutir.

A las doce, mientras yo salgo a la heladora calle al vicio, mi hijo y los demás se comen esas doce uvas que…. dicen…. traen suerte. A mi me va igual de bien o de mal y no comparto esa curiosa “afición”.


Nos despedimos de ellos, gracias por estar ahí cuando se os necesita. Nos veremos entre medias pero si no pasa nada dentro de 365 días aquí estaremos.
Pues que 2019 no se de peor que su antecesor y que sigamos pudiendo disfrutar de excelentes manjares y de esos vinazos que vayamos descubriendo.

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