En
octubre de 2013 fue mi primer comentario en este blog sobre este restaurante.
No quiere decir eso que fuese mi primera visita. Ya les conocía de antes y
desde luego que es uno de esos locales de donde siempre he salido satisfecho.
Su
cocina siempre ha sido un tanto “osada”. Trabajan con muy buen producto pero
consiguen hacerlo muy atractivo y actual. Al leer el nombre de algunos de sus
platos puedes incluso dudar de lo que vas realmente a comer pero allí están
ellos siempre dispuestos a sacarte de dudas.
Mucha
gente joven y nueva, al menos para mi. Incluso hoy he reconocido a un paisano
mío que lleva ya unos cuantos años fuera de mi pueblo. Se le ve con arte en la
atención. Me encanta la importancia que le dan al pan, que comparten con sus
otros dos locales, el Txocook y el Basquery, panes cojonudos.
Aunque
me tenían reservada una de las mesas del comedor, al ver que “mi mesa” está
libre les comento si les importa que nos sentemos allí. Así que, como en el
noventa por ciento de las ocasiones, cenamos en esa mesa que tiene un encanto
especial.
Con agradable sorpresa descubro en su vinoteca un cava del que guardo un maravilloso recuero. El UVAE. Pero esa manía mía de beber los vinos a temperaturas algo “elevadas” me ha jugado una mala pasada en esta ocasión he descubierto que eso de “templarlo” no siempre es buena idea. Estaba
un tanto “caliente” y he rechazado la cubitera pero mi nariz enseguida me ha
dicho que “algo pasaba”. El alcohol estaba exagerado en nariz, desagradable. En
boca la cosa no mejoraba demasiado. En un primer momento me he quedado
sorprendido, ese no era el recuerdo que tenía de ese cava. He pedido una
cubitera y a medida que ha ido refrescándose la cosa ha ido a mejor. Al final
nos hemos “reconciliado” y he vuelto a disfrutar de él como se merece. Un cava
muy a tener en cuenta.
Nos
obsequian como aperitivo con una rica crema de verduras que templa nuestros
cuerpos y nos abre el apetito.
Emplatado
todo individualmente, cosa de agradecer, comenzamos con una pasta aldente,
bosque brasa y mojo de trufa. Un plato que nos ha encantado. Setas variadas con
el toque de brasa que las hace más apetecibles aún. Rica la pasta. Estupendo.
Continuamos
con un risotto de centenos y boniato, tofu ahumado y pipeta de jalapeños. El
arroz en su justo punto. Ni duro ni blando, todo lo contrario. Muy rico. Aviso
a mi compi de que no se le ocurra tocar esa “cremita” de color verde. Menos
mal, si la prueba empieza a correr y no para hasta su casa. A mi el picante me
gusta y en este caso es totalmente llevadero. Pues de nuevo un plato muy bien
conseguido.
Tenía
Arantza buen recuerdo de su carne así que sin dudarlo mucho, se lanza a pedir
esa Txuleta de la hostia asada a la brasa. Como siempre dos puntos muy distintos
que son perfectamente entendidos. Ella quiere que no “sangre” y yo quiero que
esté caliente pero jugosa a más no poder. Calidad, sabor y buen acompañamiento
de unas estupendas patatas y unos más que estupendos pimientos asados.
Pasamos
a compartir un postre. Un tartar de fresas con helado de garnacha, canela y
cuajada de menta. Quizás sea yo pero el helado me ha parecido excesivamente “agrio”.
Será que como no me gustan los tintos…..
Mi paisano nos comenta si no nos ha
gustado y para “compensar” nos ofrecen otro postre de cuyo nombre no “puedo
acordarme” pero que hace la delicia de nuestros estómagos. Más que rico, riquísimo.
Con
la menta y el cortao damos por terminada la velada, abonamos los 101 euros de
la cena. Tengamos en cuenta los 23 del cava. Buena RCP, sin duda.
Esperemos
que Aitor, el alma mater de este restaurante tenga el mismo éxito con su nueva
aventura, ánimo y aupa Athetic!!!!!!!
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