Parece mentira pero en
breve hará 7 años desde que estos valientes chicos se animaron a comenzar esta
aventura con uno de mis restaurantes preferidos. Una pena que las costumbres
del personal vayan cambiando y que la gente en general haya cambiado las “3B”
por una sola. Donde se pedía Bueno, Bonito y Barato, ahora, al parecer, sólo
premia lo de Barato.
De vez en cuando se
me presenta la ocasión de disfrutar una comida y hoy tocaba celebrar el cumple
de la txikita. Así que acompañado por mi retoño y mi “retoña” política, me
acerco hasta Amurrio a saborear, una vez más, de todo lo bueno que ofrece el Abiaga.
Antes de subir a la
mesa, abrimos una botella de txakoli de la zona, concretamente un UNO y como
algo me conocen, disfrutamos de un 2015 que está muy, pero que muy rico. Creo
que es su momento óptimo de consumo aunque no diría que incluso gane con algo
más de permanencia en botella. Clara demostración de que la idea de beberlos en
el año hay que ir desechándola y dejar que “sufran” esa evolución en botella.
Dejarles que nos “digan” todo lo que puedan. Hace bien poco he bebido un 2013 que está espectacular y tengo algún 14 por ahí guardado.
Dejo que, sobre todo
Oihane, para la que es su primera visita, vaya echando un vistazo a su carta.
Eso sí, procuro darle alguna idea sobre lo que considero que no debe dejar de
probar. Así que decidimos
compartir algunos platos para así poder probar más cosas de su propuesta.
Sus típicos aperitivos. A mi me tiene "loco" esa masa sabor pizza riquísima de la que comería un kilo. Invita a echar un buen trago de buen vino.
Comenzamos con unas
croquetas caseras de boletus. Muy bien hechas, crujientes pero jugosas. Una
docena de ellas que son, más que suficientes para degustarlas en su justa
medida.
Continuamos con un plato
que me tiene enamorado, su salteado de verduras y langostinos. Riquísimo. Las
verduras en su punto, los langostinos de calidad. Un conjunto exquisito cuya
salsa remata estupendamente el resultado final.
Otro de sus platos
estrella son los canelones de txipis. Uno para cada uno, emplatados
individualmente. Riquisimos, finos, delicados. Sabor potente.
Invita a untar su
estupendo pan que, por cierto, puedes degustar a discreción. Siempre atentos a
que no te quedes sin él.
Para continuar con la
comida y como tenemos que dejar un par de copas a la fémina, nosotros nos
pedimos una botella de champagne. Concretamente un vino muy afrutado, de esos
que resultan casi demasiado fáciles de beber. Un Veuve Clicquot brut.Variedades
Pinot Noir, Meunier y chardonnay. Jugamos con la cubitera para degustarlo en su
justa temperatura y nos lo sirven poco a poco para llegar al final de la comida
con la última copa. Los prefiero más “potentes” pero desde luego que a día de
hoy no he probado uno que no me guste. Cada día disfruto más con los vinos
espumosos.
Como plato de pescado
compartimos raciòn y media de rape con salsa romesco. Bien preparado el
pescado, tierno, jugoso, sabroso….. la salsa no molesta, la degustas si
quieres. Además, no siendo yo amante de esta salsa, hoy tiene un sabor algo
diferente, nos ha gustado a todos.
Terminamos la parte
salada con su espalda de cordero al idiazábal.
El queso va en dos texturas. Rallado por un lado y en crema por el otro. Sabor
potente pero muy llevadero. Buen conjunto de sabores. Plato al mismo nivel que
toda la comida de la que Oihane está disfrutando sobremanera. Me alegra haberle
descubierto un nuevo sitio para su listado.
Vemos pasar hacia otra mesa un plato que nos encanta a los 3 y "tenemos" que pedirlo. Ración de patatas fritas. Caseras, cojonudas.
En los postres, dados
nuestros diferentes gustos, decidimos pedirnos cada uno el suyo. Aunque yo
tengo intenciones de llevarla al “lado oscuro” por mucho que ella diga que no.
Mi retoño, poco amigo de
los dulces, tras preguntar, se decanta por la Tarta Abiaga. Un hojaldre con
crema y helado. Al parecer, sin llevarle al olimpo, al menos han conseguido que
disfrute.
La txikita ha pedido una
ensalada de frutas y helado de yogur que también le han gustado mucho pero…….
ante la visión de mi postre, de esa sablé bretona de manzana y helado de oveja,
no ha podido resistirse y me ha tenido que dar la razón. Esto es ya de esos
postres que se te quedan grabados para el recuerdo y en este restaurante no es
el primero que lo consigue conmigo. Está maravilloso, dulce pero nada
empalagoso. Un consejo, pedirlo luego me
contáis. De diez, sin duda.
Un cafecito que me tomo
sólo, estos chicos modernos son poco cafeteros y abonamos la cuenta. Sin contar
las bebidas salimos a 39 euros por persona. Un lujazo. Creo que lo hacen bien,
lo hacen muy bien. De lo mejorcito de nuestro entorno sin duda alguna.
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