2 de julio de 2018

RESTAURANTE EL CASCANUECES (BILBAO): Estos son de Bilbao, sin duda.


Hoy era también un día de esos “difíciles” en la capi.

 Esos “locos” de los saltos acaparan la atención del público en general así que con buen criterio llamé con tiempo para reservar y gracias a una cancelación de última hora pude conseguir mesa.
En mi anterior visita, hace casi ya dos años, terminé mi comentario con esta frase: “Habrá que volver a probar algún plato que nos hemos dejado en el tintero. Como esos estupendos tomates que hemos visto a la salida.”. Así que como me gusta cumplir con lo que digo, allí que nos presentamos a la hora, un tanto europea a la que nos habían recomendado acudir.


Nos acomodan en una de las mesas que hay en la entrada, un tanto reducidas de tamaño pero sin ser agobiantes.
Enseguida nos atiende quien explica de una manera poco habitual su propuesta. Te quedas sin dudas, te deja bien claro cual es su filosofía y además te avisa, cosa más que de agradecer, del tamaño de sus raciones. Bien pudieran no hacerlo y desde luego que de aquí si sales con hambre es simplemente porque quieres.


Tambièn te preguntan si quieres o no pan. Eso ya es un detallazo pues no lo hacen en prácticamente ningún sitio. Yo lo de cenar sin pan como que ni pensarlo y encima si el pan lo merece, ya ni te cuento. Y aquí lo merece. Tres tipos a cada cual más apetecible. Lo acompañan con una pequeña ración de un aceite que elaboran para ellos, un aceite de Artajo, navarro, hecho con varias variedades de aceituna y de un resultado muy agradable, suave pero con potente sabor.


Comenzamos con una ensalada de pulpo, papines y mayonesa picante. Ración de tamaño considerable. El pulpo está cojonudo, la “lechuga” lleva un aliño que invita a comerla hasta a quienes somos poco amantes de lo verde. Las patatitas cocidas están estupendas y la mayonesa picante….. ufffff. Me pongo las botas. No dejo ni el recuerdo y eso que la cantidad era abundante. Está riquísima. Con un toque picante pero sin exagerar. Una tentación.



Continuamos con lo que ellos han dicho ser “media ración” (creo que estos no veían Barrio Sésamo) de tempura variada con baba ganush. Lleva también unos langostinos crujientes, un par de trozos de bacalao tipo “croqueta” y además, “escondidas” en la misma tempura, unas vieiras. Está todo riquísimo, tempura finísima que no engaña en exceso el sabor de lo que envuelve. Lo que no nos ha hecho demasiada gracia ha sido esa salsa ganush. Plato típico de la cocina árabe que no deja de ser un puré de berenjera que en este caso va acompañado de yogur. Son sabores potentes y que no tienen porqué gustar a todo el mundo.



Aunque hemos estado tentados de pedir un arroz con gamba roja, nos han avisado que la ración es muy grande y que si lo pedimos con otro plato iríamos servidos. Por ello hemos preferido decir que no. Pero lo he visto desfilar ante mis ojos para la mesa contigua y otro día vuelvo y desde luego que no libra, menuda pintaza que tenía…….

Lo que no he podido hacer ha sido aguantarme sin probar un poco de ese tomate de Lodosa que me estaba poniendo nervisoso, “mirándome” desde el mostrador. Así que me he pedido media ración y no me arrepiento para nada. Aunque le falte aún un poquito de tiempo para perder ese toque verdoso y quedarse totalmente colorado, estaba estupendo. Aliño cojonudo.

Terminamos con unos pasteles de cordero, cous cous y hummus de  curry. De nuevo, el estupendo criterio de los que nos atienden, nos recomiendan media ración. Y de nuevo compruebo que estos tíos son de Bilbao, pero del mismo centro. Si esto es media ración yo soy el arzobispo de Tarazona. El cordero está perfecto. Eso sí, poco o prácticamente nada probamos el resto, no tenemos ya capacidad para ello y además es excesivamente contundente como para ponerse uno a limpiar platos.


Hoy tenía claro que de nuevo iba a beber champagne. Y me preguntan sobre mis preferencias. No sólo es importante lo que te guste, también lo es que la cena vaya bien acompañada por ello. Así que le pido algo un tanto “poco frutal”, que si es demasiado “suave” la que tengo delante se lo bebe cual si de agua se tratase. 

Su recomendación es, encima, el más arreglado de precio de la carta, así que encantados de la vida. Francis Boulard Les Murgiers extra brut. Un vino cien por cien pinot meunier. Se nota como esa uva de piel negra, colorea ligeramente el líquido. Una ligerísima burbuja. Entrada potente que termina con un ligero o no tanto, amargor. Hablamos de poquísima cantidad de azúcar por lo que es lo normal. Para cenas potentes me parece un champagne excelente y además por estos precios hasta los pobres podemos permitirnos ciertos lujos. Aran no ha salido tan satisfecha con la elección pero más que nada porque no podía echar tragos demasiado largos. Creo que repetiré si lo encuentro por ahí.
Cafécito e infusión y pagamos la cuenta. En total han sido 120 euros que restándole los 45 del vino nos deja bien claro que aquí por un precio bien arreglado se puede cenar y salir más que satisfecho. Buen trato por parte de todo el personal que además es más que profesional. Detallazo que encima se acuerden de uno después de tanto tiempo. Pues esta vez la próxima no se hará tanto de esperar, no pienso dejar este mundo sin probar ese arroz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario