3 de agosto de 2019

RESTAURANTE AMONALOLA (IZARRA): Aprender haciendo.


Una compañera de trabajo me ha puesto sobre la pista de este restaurante ubicado en Izarra, localidad alavesa situada a poco más de media hora de mi casa.
El restaurante está situado en una antigua casa de ni más ni menos que 500 años, una casa conocida como “La Casa de Doña Lola”. Pues debieron de surgir algunas ideas para rehabilitarla y darle sentido y algunas instituciones se dirigieron al Basque Culinary Center en busca de “aventureros”.  Pues 3 jóvenes valientes, María, Sergio y Blanca se animaron. De procedencia variopinta, una Navarra, una Cordobesa y un valenciano.


Fundaron una sociedad con el nombre de AmonaLola que hace referencia a lo que pretenden. Una cocina de las abuelas pero con toques renovados.  De esto hace un año ahora y de un Gastrobar han pasado a ser un restaurante de referencia en la zona. El título de este artículo es su filosofía: Aprender haciendo.
Hoy tenían una cena de mucha gente y además con “peques” que ya sabemos lo dinámicos que suelen ser, así que nuestra atentísima anfitriona nos ofrece la posibilidad de cenar en las mesas del bar. Sin problemas, todo lo contrario, además a estas horas ya no hay prácticamente nadie así que cenamos tranquilamente en una agradable mesa.


Echamos un vistazo a su carta. Tienen tanto pintxos como raciones y una corta carta de vinos pero con algunas cosas curiosas. Me decanto por probar un vino blanco que se ha traído la cordobesa de por aquellos lares. Un Filitas y Lutitas, añada 2015. 90% Moscatel de Alejandría y 10% Pedro Ximénez.

Maceración de pieles de un día y fermentado de manera espontánea. La Moscatel en un fudre de 3300 L de más de 100 años de antigüedad donde se envejecía Brandy, y la Pedro Ximén en una barrica de 300 L. Una vez finalizada la fermentación se ensamblan los dos vinos y se cría durante 10 meses en el fudre con trabajo de lías.
En nariz me ha “mosqueado” un tanto. Pensaba que no me iba a gustar. Aran me dice que le huele a “viejo”. Evidentemente se nota esa presencia del brandy pero curiosamente en boca pesa mucho más la moscatel. Es un vino diferente para mi, nada parecido a lo que acostumbro a beber pero diremos que nos ha gustado bastante.

En el asunto del comer le preguntamos si nos sacaría una a una toda su propuesta de pintxos para poder probar así lo más posible de su oferta gastronómica. Y eso es lo que hacemos.
Comenzamos con buen pan y cuatro riquísimas croquetas. 2 de jamón y dos de espinacas y queso. Perfecta ejecución. Crujiente exterior y fluidas por dentro. Con sabor potente.


Continuamos con la txistorra de Arbizu. De las mejores que conozco. Sin ninguna sensación grasienta. Sabe a lo que tiene que saber. Cojonuda.


Tosta de antxoa doble costera. De nuevo calidad al cien por cien y sabor al mismo nivel.


Gambón a la brasa. Una pieza de buen tamaño de primerísima calidad y de sabor a raudales.


Pulpo y papada. Un tierra-mar que viene con un pimentón picante que hace que mi compi se quede  con las ganas y yo disfrute como un txikillo. La papada a dos manos y con pan, no digo más.


Espárrago blanco de Lodosa con vinagreta de almendra. Suave, fino, se corta con el aire. La vinagreta estupenda. Muy, pero que muy rico.


Huevo, patata y hongos con esencia de trufa. Presentado en una preciosa cazuelita. Plato que asegura el disfrute. Un clásico que jamás debería de desaparecer de la carta de un restaurante.


Txangurro a la donostiarra. Bonita presentación. Sabor potente, incluso en mi modesta opinión diría que casi demasiado. Pero está riquísimo.


Callos de bacalao al pil-pil. Cuando aparecen me sorprende el color de esa salsa. Uno está acostumbrado a verla de un precioso verde y no de un blanco impoluto. Pero en cuanto la pruebo reconozco el sabor de ese pil-pil. Realmente sabroso y ligero.


Terminamos con una estupenda torrija con helado de leche quemada.Torrija que pasa a la lista de mis top. Jugosa, con ese “requemado” por encima que tanto me gusta y que no apasiona a Arantza, cosa que agradezco. El helado está finísimo y el conjunto perfecto.


Un rico cafecito y una infusión y abonamos los 61 euros de la cuenta. El vino son 20 luego como podéis ver se puede cenar aquí probando un montón de cosas y disfrutando por poco dinero. Al parecer los arroces se les dan muy bien y tienen varias propuestas, así que,……… volveremos.

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