10 de febrero de 2019

RESTAURANTE MUGARRA (BILBAO): La alegría del Reencuentro.

Siempre había sido uno de mis restaurantes favoritos. Mi primer comentario en Verema, la página donde empecé a escribir sobre mis experiencias gastronómicas.
Muchas visitas, muchos buenos momentos y hace poco más de un año la gestión cambió. Querían compaginar sus trabajos con la vida familiar y decidieron hacer un cambio de horario.



Al principio me llevé un disgusto. Cerraban tanto viernes como sábados noche y uno es amigo de cenar en fin de semana con la que el asunto se me complicaba y mucho.
Pero, sorpresa....... al de poco tiempo y dada la cantidad de peticiones recibidas, decidieron dar  cenas los viernes. Yo me he enterado hace bien poco y sin dudarlo ni medio segundo, reservé mesa para cenar. 
Un local algo más "informal". Con la posibilidad de comprar para llevar a casa casi todo lo que hacen en cocina. Como siempre carta de vinos más que suficiente y con muchas referencias de blancos y espumosos.



En sala, como principal protagonista, Carlos, uno de los propietarios. Una camarera  que lleva ya más de tres años con ellos y otro chico. Todos ellos profesionales y muy agradables y atentos en todo momento.
Lleno total. menos mal que soy hombre prevenido. Hoy me acompaña mi retoño. Tiene también estupendos recuerdos de este local y viene, de cabeza, a repetir un postre muy concreto.
Después de echar un vistazo a su carta, que para nuestra alegría, muy poco ha cambiado desde nuestra última visita, nos vamos decidiendo por algunos platos.



Sin previo aviso, Carlos nos ofrece un plato pero nos deja con la duda, dice que luego hablamos.
El salmorejo lo pillamos a la primera, muy rico por cierto. Lo otro nos "engaña" un tanto. Ambos pensamos en el lomo. Poco después Carlos nos explica que es "jamón" pero un jamón diferente, ni más ni menos que jamón de rubia gallega. Sí, jamón de vaca. Pero claro, poco o nada tiene su sabor ningún parecido al del cerdo. Regado con un estupendo aceite, esto está muy rico.



Continuamos con media ración de curados a la sal. Salmón, bacalao y atún rojo. Se les da genial prepararlos. Una "pega" pero una pega que tiene su explicación. Tanto se lleva últimamente cuidarse para alargar la vida que el bacalao está excesivamente "lavado", con mucha menos sal. Buen producto pero uno quiere más el bacalao de toda la vida. El salmón y el atún, afortunadamente, me devuelven la alegría. (la foto es de una visita anterior, hoy ha salido poco favorecida).


Siguiente plato, unos hongos con yema de huevo. Un plato que repito mucho pero que siempre me hace disfrutar como un chiquillo. Riquísimo.



Compartimos un begihaundi en su tinta con una bolita de arroz. En su punto. Un tanto terso, como a mi me gusta. Para untar su rico pan.



Y finalizamos la parte salada con un rabo. Para mi hijo es su primera vez, o eso dice él. Pero afortunadamente le recuerda a las carrilleras y disfruta del plato como es menester.




Hemos pedido algún cava que nos agrade y a ser posible que no hayamos probado antes. Así que Carlos, tras preguntarnos sobre  nuestros gustos, se decide a sacarnos un Privat Opus Evolutium. Chardonnay y Pinot Noir. Para mi gusto casi "demasiado fácil" de beber. Rico, muy rico pero los prefiero un tanto más... "potentes", más secos. Es difícil alargar la botella para toda la cena, invita más a trago menos largo. Invita a beber más. No a aguantarlo tanto en boca. Pero bueno, está bien rico y tiene una buena relación calidad.precio.

Sobre el postre no ha habido discusión alguna, Ioritz sabía muy bien lo que iba a comer. Como no podía ser de otro modo, su postre chocolatero cien por cien. Además han decidido volver a sus principios. A aquel postre que tanto "alucinó" al txikito. Y hoy así ha sido. Ha disfrutado a lo grande. Un par de cucharadas para mi, para que pueda opinar y disfruto mucho viéndole saborear cada bocado. Riquísimo. 



Para los postres nos deleitan con dos vinos. Uno que desconocía, un vino de nuestra tierra. Ya he probado algunos vinos de su productor y me han gustado mucho. Este es más del gusto de mi hijo, yo, después de algún tiempo sin catarlo, me deleito con un Pedro Ximénez, concretamente el Spínola. Un golosón, una gloria para mi paladar. Este sí que invita a mantenerlo en boca, a pasearlo suavemente por todas las papilas gustativas, a tragarlo despacito. 



Siguen, afortunadamente, preparando los "cortaos" a mi manera, así que me tomo uno y me quedo con ganas de tomarme un segundo, 
Abonamos los 129 euros de la cena. El cava son 34. Muy buena relación calidad-precio. Encantados del reencuentro. Ahora ya, sabiendo su nuevo horario, las visitas volverán a ser más habituales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario