3 de marzo de 2018

Cojonuda "caldeAreta" en estupenda compañía.


Por fin llegó el día, llevábamos ya un tiempo preparando el evento y volvemos a juntarnos en un maravilloso entorno invitados por nuestro amigo Pepe.


Algunos ya están preparando la mesa y llegamos nosotros con el “chef” que nos va a preparar una caldereta de pescado y marisco. Aclaremos aquí que el susodicho es oriundo de la “república independiente de Areta”, de ahí el título de esta historia.

Mientras Javi se pone manos a la obra, nosotros vamos picando unas maravillosas antxoas procedentes de Cantabria y unas aceitunas muy bien aliñadas. Así mismo vamos abriendo una serie de botellas de vino que tenemos mucha curiosidad en catar. Vinos que se han ido quedando “viejos”. Curiosamente sólo uno de ellos no se ha dejado beber, el resto ha pasado la prueba e incluso alguno de ellos con buena nota.

Destacaremos este par, están ricos de ganas.

La caldereta está reposando unos minutos y mientras tanto degustamos unas maravillosas nécoras a la plancha. Qué pena no tener ese arte que tienen algunos para aprovecharlas al máximo. Su carne es realmente sabrosa. Un maravilla.

Pues pasamos al plato principal, en cuanto me sirve lo primero que digo es: esto sí que es un plato combinado con fundamento.

Está de muerte. Tenemos un pequeño “problema” que para otros es un acierto. Ese añadido de las hojas de laurel que a mi no me hace demasiada gracia. No es exagerado pero está ahí, presente en todo momento. De todos modos la satisfacción ha sido enorme y me he puesto las botas. Lleva unas patatas de compañía de las que yo he “robado” todas las que he podido. Me hubiese comido un plato sólo de ellas. Como absorben todos los sabores……

Para la comida hemos pasado directamente a un cava. Un Jaume Giró i Giró Brut reserva. Potente, sabroso, burbujeante a más no poder. Un vino que había comprado expresamente para esta ocasión. Un cava que me parece uno de los mejores que he degustado en relación calidad-precio. Del gusto de todos los comensales sin excepción.
Pepe siempre dispone de esa Torta del Casar tan apetecible. Un queso potente, de sabor intenso que aunque ya está un poco “curado” y no se deja untar fácilmente, nos hace pasar otro estupendo momento.

Cafecitos ricos, combinados bien preparados y charla y más charla. Por momentos soy incluso capaz de escuchar. Está bien disfrutar de gente que sabe hablar, que sabe escuchar y dispuesta a disfrutar.
Tontamente llega la hora de la cena. No es que tengamos hambre en exceso pero cuando alguien suelta la propuesta, difícilmente puede uno negarse. Mientras dos optan por un revuelto de chorizo, otros nos zampamos unos cojonudos huevos de gallinas “felices” y una morcilla con tomate de casa.

Poco cava nos queda y alguno que yo me sé “me la juega”. Lo han metido un rato en el congelador, ellos en general son de beberlo más frío. Bueno, todo tiene arreglo y lo sujeto un buen rato entre mis manos para que temple un poco.


Llega la hora de la despedida, ya estamos pensando en otra. Hay que “cuidarse” que bastante mierda tenemos en este mundo como para encima no disfrutar de vez en cuando de los placeres de la vida.

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