29 de octubre de 2017

RESTAURANTE GU2 (BILBAO): "Manitas y ojazos".

Me tocaba ya. Una pareja a la que conozco ya hace unos años, después de aquella, mi primera visita a su  GuGeu.  Allí vi que hacían bien las cosas y desde entonces es un restaurante de visita obligada. No todo lo que uno quisiera pero……
Nos recibe Monika, un “torbellino” que sabe llevar una sala. Es su negocio y lo sabe. Sin tonterías, amabilidad, profesionalidad, saber estar…..  En cocina su pareja, Alberto.  Se han echado también  buenos  ayudantes, uno de ellos, Hodei. Ya nos conocimos en la anterior visita y creo que tiene un estupendo futuro en este mundo.


Conocemos el lugar, la oportunidad “moderna” de comer en mesas altas en la zona del bar o en la misma terraza se está imponiendo. Yo sigo en mis trece, me encanta la tranquilidad. Su pequeño pero coqueto comedor es agradable y allí nos acomodamos.



Hoy es 27 de octubre de 2017, un día que pasará a la historia, sin lugar a duda alguna. No sabemos muy bien el modo en el que terminará todo esto pero hoy tenemos que beber un cava. Y sin dudarlo, un cava catalán. Nos decantamos por uno en concreto, preciosa botella, parece incluso más grande que una normal. Un  Alta Alella Brut nature Gran Reserva, un cava ecológico. Variedades Pansa blanca, chardonnay y pinot noir. Más de 30 meses de crianza. Burbuja fina y muy bien integrada.  Un cava con un final con ligero amargor, eso hace que se alargue el disfrute y la botella aguante durante toda la cena. Buena relación calidad precio.


Nos obsequian con un estupendo aperitivo, en forma de crema y de salmón. Ni hemos hablado, es lo que tiene llegar sin merendar. Poca atención a este primer bocado que desaparece de nuestros ojos a mil por hora.


A Marijo, así como a mi, nos encanta el tomate así que pedimos una ensalada para compartir. Maduro, jugoso, carnoso, se deshace en boca. Una delicia. Si mi amatxu levantara la cabeza…. Mira que lo intentó pero no pudo conseguir que lo probase y mira tú ahora….


Continuamos con unas deliciosas cigalitas. Aquí la calidad está por encima de todo. Disfrutamos de ellas poco a poco, con toda la “delicadeza” que uno puede tener comiendo este tipo de producto. Dejando la “educación” de lado y chupando los dedos con gula. Muy ricas.


De segundos Marijo se lanza a por un begihandi. Después de pensárselo un par de veces y ante la tentativa de ponerse a untar pan sin conocimiento, decide comérselo a la plancha. Muy bonita presentación. Textura  adecuada. Sabor, huele que alimenta. Yo me hubiese ido a por lo mismo pero con su tinta. Para mi uno de los mejores platos que existen. Pura delicia.


Yo, escuchando algo que no es demasiado habitual en los restaurantes, me animo a comerme unas patitas de cordero en salsa bizkaina. Las de cerdo son más fáciles de encontrar. De todos modos paso un más que agradable rato. Hoy me he echado “un largo”, hago una apuesta con Monika. Hablamos de diferenciar alimentos con los ojos cerrados. Una cena de altura tiene la culpa. Quizás el ser un poco “echao palante” me haga perderla pero todo se andará. La solución en próximos capítulos.


De postre nos comemos una suave y jugosísima torrija con helado. Está dulce, está cojonuda.



Hace una estupenda noche así que salimos a la terraza a tomarnos los cafés. Se nos une Monika y allí charlamos tranquilamente sobre lo humano, lo divino y demás asuntos tan interesantes cuando uno está en su mejor momento. Tal  es así que tras preguntar a mi amiga Marijo si se anima a conducir, me tomo un GT de seagrams . Qué rico sabe, oyes.


Hoy hemos pagado 119 euros con invitación a los cafés y al GT, eskerrik asko  por el detalle. Un verdadero placer, como siempre. 

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