Echando una visita por los restaurantes
visitados, me doy cuenta de que tengo un
poco olvidado a uno en concreto y además uno en el que el disfrute fue
completo.
Es un local muy agradable, con una luz suave,
que el único problema que me genera es que las fotos pueden “complicarse”.
Me encanta la decoración, con productos
naturales y además se ve que le dan una importancia primordial al queso y al
pan, dos de mis alimentos preferidos.
Buenas mesas y muy bien vestidas, más que
correcta la separación entre ellas con lo que no te sientes para nada agobiado
por la presencia de otros comensales. Muy buen tamaño y cómodas sillas, que uno
va a pasar un buen rato allí sentado.
Tienen una bodega vista con un buen número de
referencias de todo tipo de vinos. Y así mismo allí puedes ver quesos, jamones y demás apetecibles y sugerentes viandas.
El menú degustación que ofrecen, siempre
suele estar marcado por la estación del año en la que estamos, así que ahora
toca un menú con un nombre sugerente y que además resulta atractivo por su
contenido.
Neguko Txingarrak – Las Brasas del Invierno.
Allí aparece Unai, el director del asunto,
con las cartas de vinos y las del comer pero yo he ido a por algo en concreto y
tras consultar sobre posibles alergias o problemas con alguno de los alimentos
y ver que no los hay, a por él que nos vamos.
Igual os saco un txakoli mientras esperáis……
Pues oyes, que por nosotros no sea. No vamos a poner pegas a semejante ofrecimiento.
En cuanto veo la botella y sin dudarlo, me
digo a mi mismo que hoy no tengo que elegir vino, me quedo con el que nos
ofrece, un “viejo conocido” que me
agrada mucho y que se que va a acompañarnos perfectamente durante todo el
recorrido: Itsasmendi 7. Del que no voy a decir nada en especial pues no quiero
repetirme en exceso. Un señor txakoli, un señor vino.
Allí que aparece la camarera con tres tipos
de pan diferentes así que por un lado elegimos uno artesano y por el otro, no
puede remediarlo y no quiero remediarlo, mi favorito, el pan de maíz. Siempre
he dicho que este pan me parece un bizcocho rico.
Un pan de aceites para ir haciendo boca y en
breve comienza el espectáculo.
Capuccino de setas y amaretto. Presentado
cual si del café se tratase. Tengo reciente la visita al Laua donde nos
aparecieron con un plato similar de presencia.
En este caso, acompañado de una pequeña
galleta con ligero sabor a hongos y la bolsita de “plástico comestible” con
sabor a jamón. Recuerdo la primera vez, en Mugaritz, un tanto reacio a meter un
“plástico” en la boca y menos aún a tragármelo. Pero merece la pena. Curioso.
El sabor del capuccino logradísimo. Igual es
cuestión de que los bares se animen y ofrezcan “cafés” con sabores para horas
diferentes, una opción interesante para los amantes como yo de la cafeína y que
si nos pasamos con ella luego tenemos “problemas” para conseguir que las manos
se queden quietas.
Tartar de Gamba blanca y Granny Smith.
Presentado en un recipiente que ya va siendo bastante familiar para mi y que
con el “truco” del almendruco, se convierte en una pequeña Alaska nublada.
Acompañan a la gamba unos trozos de la manzana que la verdad es que sí casan
para ser dos sabores tan diferentes.
Buen producto y bien conseguido. No es un
plato que me enamore demasiado, pero es mi problema, creo que aunque está rico
de narices, no termino yo de encontrarle la gracia a mayores pues pienso en las
gambas en sí y me parece que en esta presentación tan natural, pierde bastante
sabor. Una idea, señores cocineros: y qué tal un tartar de gamba blanca a la
plancha? Que no se me ofenda nadie, es una idea.
Vieira con noodles y coliflor. Resaltar la
calidad del molusco, de buen tamaño y con esa carne tersa y sabrosa. La
compañía es muy agradable, la pasta y el caldo de coliflor que para los no
demasiado amantes de su sabor, les informo que no se arrepentirán pues es
ligero a más no poder. Otro plato bien logrado y de notable.
Tenemos a nuestro lado el menú escrito y toca
ahora una cosa pero allí que nos aparece Unai con uno de sus platos favoritos y
nos dice que tenemos que probarlo.
Unas kokotxas con un ligero toque de brasa,
“vuelta y vuelta”. Con polvo de txipirón y acompañadas por un tubo tipo
dentífrico con una salsa con un toque de mostaza pero que yo dejo para
saborearla al final, sin mezclarla.
Las kokotxas están para chuparse los dedos y
para pedir una ración entera. Comentamos ahora que hay mucha gente que
realmente desconoce su sabor pues al degustarlas en salsas varias,, pierdes la
esencia de un producto tan exquisito. Pues sin más, acojo-nantes.
El Huevo y la Trufa. Plato muy común ya en
muchos restaurantes pero un plato que sigue impresionando. Acompañado de un
caldo de ave que inunda mis papilas olfativas. Aunque siempre da un poco de
pena romper estas preparaciones, es la mejor manera de degustarlas. Unos trozos
de trufa van a darle ese toque potente al plato. Volvemos a lo mismo, producto
de excelente calidad, mucho sabor. Estupendo.
Rape asado en su jugo con Curry de Madrás.
Bonita presentación de este pescado cuya textura me parece genial. Buen punto
del mismo, acompañado de unas patatas panaderas y con la salsa de Curry pero
ligera, con un toque picante pero que no molesta en absoluto, todo lo contrario.
Durante toda la cena, el simpatiquísimo
camarero que nos ha atendido, ha preguntado en todos y cada uno de los platos
por nuestro nivel de satisfacción. Aunque era evidente al ver los platos, que
no es que nos hubiese gustado sino que nos había encantado, mi “vacile” natural
le iba diciendo que la cosa no iba del todo bien, que esperábamos que con el
siguiente plato nos sorprendiesen algo. No creo que en cocina hayan tenido ninguna
duda del nivel de contento de nuestros paladares.
Pues le toca el turno ahora al que para mi ha
sido el plato de la noche, curiosamente, donde menos me esperaba tanta
sorpresa.
Carrillera Ibérica de bellota con gnoquis de
Carranzana Caranegra.
Tal vez sea la mejor carrilera que he comido
nunca y las he comido bien ricas. Perfecta la textura, inmenso sabor a carne
que el jugo propio eleva a lo sublime. Las dos bolitas de queso de Carranza le
dan un toque de color al plato y a la vez un toque distinto de sabor. Pero
repito que ha sido un plato de ejecución perfecta, un plato de diez, sin duda.
Toca ahora ya pasarnos al apartado dulce. Y
allí que nos viene el joven camarero con un montón de instrumentos para
sorprendernos con la ejecución del primero de los postres en vivo y en directo.
Nitromus de nuestros limones de Bakio,
regaliz y apio.
“fritura” en frío, en frío helador de dos
bolas de masa con un inmenso sabor a limón. El trabajarlas con nitrógeno hace
que por fuera se queden duras y por dentro más ligeras. El caldo que riega el
plato, con un sabor a regaliz pero curiosamente a uno que no le gusta…..ba, se
hace tan suave el sabor que ni piensa en lo que realmente está comiendo.
Un
plato perfecto pues no se hace para nada pesado. El menú en general es muy
consistente y necesita uno ya un pequeño “descanso”. Me parece muy bien la
idea, sensación liviana y muy fresca.
En carta se termina con un plato denominado
Pan con queso. Estando en un local que le da semejante importancia a dicho
producto, me espero yo, sin más, un plato de algún buen queso de Idiazabal,
pero mi sorpresa es mayúscula. Allí que me aparece con una copa de cristal. Al
verla, me viene a la mente un postre similar degustado en el restaurante Sambal
de Noja. Una crema de queso con aceite de oliva y un pan tostado dulce. Al
comentarlo con Unai, el más sorprendido es él. Curiosamente, dos cocineros
alejados y que no se conocen, han tenido prácticamente la misma idea. Con algún
cambio al tratar el plato pero que han conseguido que algo tan “sencillo”, se
convierta en un postre de quitarse sombreros, txapelas y gorros. Rico no,
riquísimo tampoco, lo siguiente.
En este punto, el txakoli que tan bien nos ha
acompañado durante la cena, no es el mejor aliado para estos sabores así que le
comento que algún vinito dulce ya tendrá por ahí. Pues para no “engañar”
demasiado al 7, una copita de su hermano dulce, el Itsasmendi vendimia tardía y otra de
uno de los vinos que más satisfacciones me da y al que ya he echado todos los
piropos habidos y por haber, PX Spinola. A sus pies me inclino.
Como
al parecer nos han visto cara de hambre, para acompañar los cafés, muy ricos
por cierto, nos traen un tercer postre, con una presencia muy original y
apetecible.
Bizcocho con frutas del bosque, fresón y
cucurucho de helado de membrillo.
Fotografía grande colocada en la portada de este comentario.
A cada cual más rico, las fresas con mucho
sabor pero el helado de membrillo está que te pasas de rico. Esto es gula, pura
gula. Aunque ha sido un menú potente en cuanto a sabores y cantidades, sale uno
por la puerta sin esa sensación desagradable de hartazgo.
Nos despedimos del equipo con el que hemos
tenido una armonía perfecta con la seguridad de que hay que volver a
visitarles, imagino que habrá un menú con sabores a primavera. Un verdadero
placer.
El precio de este menú degustación es de 55 euros a los que hay que añadir el IVA y las bebidas que se consuman.
Desde luego que teniendo en cuenta la cantidad y la calidad de todo lo degustado, pienso que es un menú con una relación calidad-precio muy equilibrada.