Integrado
junto al hotel Iraragorri, en un precioso caserío del siglo XV, se encuentra
este pequeño restaurante. Me encanta su “desigualdad”, la poca uniformidad. Es una sensación de
tranquilidad y bienestar que de entrada hace que te relajes.
Algún
cambio en el personal desde mi anterior visita y curiosamente se nos ha “colado”
uno de la Real en la cocina de este restaurante tan del Athletic. Pero aquí lo
que cuenta es el resultado culinario y hemos comprobado que sigue mereciendo la
pena.
Además
de la chica habitual de sala, tenemos a un medio tocayo mío, Jon, un “mudo” así
como yo. De los que te dan todas las explicaciones necesarias si te abres a
ello.
Nos
deleitan con un par de aperitivos, uno en forma de buñuelo y el otro una
aceituna rellena. Ambos muy originales y agradables.
Para
beber hemos elegido un champagne conocido ya de otras ocasiones, un Veuve
Clicquot Brut. Variedades Cardonnay, Pinot Meunier y Pinot Noir. Los
porcentajes de uva varían según las condiciones de cada añada. Este champagne
tiene casi 50 vinos en su ensamblaje, en su gran mayoría procedentes de pagos
clasificados como Grands Cru. Un vino muy agradable, con una intensa nariz y
muy “fácil” de beber. Da gusto “masticarlo” un buen rato para disfrutarlo en su
justa medida.
Aran no
se cansa de ciertos alimentos y cuando sabe que van a estar ricos ya ni te
cuento. Así que comenzamos con unas croquetas, de jamón y de chuleta. Estupendas,
no se puede pedir más. Justo crujiente, cremosidad y con sabor a lo que tienen
que tenerlo.
Como
siempre un rico pan para acompañar la cena, de los panes de verdad.
Pasamos
ahora a un cojonudo arroz cremoso de langostinos y verduras. Pues un plato que
nos emplatan individualmente y que está exquisito. Punto ideal de ese arroz y el
preferido por mi para las verduras, “al dente”. Salsa bien lograda y que
consigue que la suma de todos los ingredientes sean de un resultado notable.
De
nuevo se nota mi compañía de hoy y terminamos la parte salada con un pulpo a la
brasa. Diferente, no el pulpo en sí, más bien la compañía. Causa limeña y
alioli de ajonegro. A mi el pulpo me encanta en sus diferentes versiones pero a
la brasa me apasiona. Está realmente rico. Esa salsa no es de mi devoción pero
para gustos los colores. Yo he comido un pulpo estupendo que es lo que cuenta.
Además la salsa en sí, al venir separada
es como las lentejas; si quieres…. Y sino…..
Como la
cena no ha sido excesivamente copiosa nos deleitamos con un postre suavecito,
concretamente Piña a la brasa con espumoso de coco y chocolate blanco. Qué rica
esa piña con el toque de brasero. Fresco y muy pero
que muy agradable.
Aquí el
café está rico pero simplemente por ver sus tazas merece la pena pedirlo.
Jon, al
comentar algunas cosas sobre vinos y gustos me ha enseñado alguna cosita que
tienen por allí guardadas y me ha puesto los dientes largos, así que a no mucho
tardar tendré que volver para degustar alguna de esas
botellas.
Abonamos
poco más de 25 euros por persona por el
asunto sólido, que el champagne es de gustos particulares, así que una maravilla
de precio considerando el conjunto: entorno, cocina y servicio.
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