2 de febrero de 2015

RESTAURANTE TRUEBA: "Fraternité"

Visitar restaurantes, disfrutar de sus cocinas, de sus locales, de sus gentes…… es un verdadero placer. Además, poder contarlo y que otros lean lo que cuentas y que incluso, les guste, es la repera. Pero por encima de todo ello está el hecho de conocer gente. 

Gente que muchas veces merece la pena y la merece mucho. Hoy ha sido uno de esos días; hace tiempo que nos conocíamos por la escritura y hoy nos hemos puesto caras. Buena gente, muy buena gente.
Recuerdo la vez que Joan me preguntó si existía la posibilidad de asegurarle una semana de buen tiempo en Bilbao. Yo le contesté que me pidiese un trocito de luna, que quizás pudiera conseguírselo pero que lo que me pedía era pura ciencia ficción. Y lo que es la vida, una cosa es asegurar buen tiempo y otra muy distinta es que hayamos elegido uno de los peores fines de semana en lo relativo a la climatología. Agua, frío, viento, granizo, nieve…… de todo un poco o de todo un mucho. Pero somos “valientes” y no nos vamos a amedrentar por una “minucia”.


Tras pasar por la Bodega Urbana y probar un par de txakolis para ir entrando en situación y allí ir uniéndonos al grupo, nos acercamos, sorteando vientos y mareas hacia el restaurante. Allí nos esperan como siempre Aitor y Marian y sus amables ayudantes. Tenemos la mesa preparada y somos puntuales. Joan y M.C. son europeos y sus horarios no son precisamente los nuestros.
El local se va llenando y a pesar de ser relativamente pequeño, nos juntamos unos cuantos comensales con ganas de disfrutar y pasarlo bien.


Habíamos concertado un menú para probar sus mejores propuestas y el asunto de los vinos lo habíamos dejado en manos de Marian que sabe mucho de esto. Ella quiere ofrecer buenos vinos pero vinos de buen precio. 
Como detalle nos sacan unos trozos de txistorra, concretamente de Arbizu. Está para comérsela y eso hemos hecho. Riquísima.


Pasamos a su estupendo salmón ahumado, producto diez, de Keia. Ese ali-oli de piparra de Ibarra que acompaña al salmón es un puro vicio. Para untar en el pan, para comerlo con cuchara, para “gozar”.
En el asunto líquido hemos comenzado con un txakoli, Marian quiere que sea un txakoli más “clásico”, con cierta acidez y con el Agirrebeko lo consigue. Elaborado por la bodega Berroja es un vino con un ligero tono verdoso, que tiene mucha fruta en nariz y una acidez notable pero fácil de beber.
Continuamos con el huevo poché sobre crema de patata trufada y pimiento morrón. Hoy he tenido un disfrute extra. Justo delante de mí se ha sentado M.C. y verla comer ha sido un placer. Cuando en tus manos han puesto el compromiso de elegir el restaurante y compruebas que has acertado, es una alegría añadida.



Este plato es un clásico pero no por ello es un lujo. Materia prima de muchísima calidad y buena mano. Para untar el plato hasta dejarlo reluciente. Además el pan está co-jonudo. Como a mi me gusta, crujiente, del día.


Pasamos a otro blanco, concretamente a un Quinta do Couselo. Un albariño que lleva un pequeño porcentaje de otras uvas para, al parecer, restarle un poco de acidez. Un vino con muchísima fruta en nariz y en boca. Un vino que se bebe sin darte cuenta. A mi me ha gustado mucho. 

No había probado yo el arroz de Aitor. Al concertar el menú, Marian me lo recomendó. Hoy hemos podido comprobar que ha sido una buena recomendación. Recién hecho, en su punto. Un arroz con begihaundi y verduritas. Estupendo el punto, buena cantidad de “tropiezos”. De nuevo, platos limpios, impolutos. Señal, la mejor, de que está para chuparse los dedos. 


En este punto, catamos un vino gentileza de nuestros visitantes, otro blanco. Está bien que se acuerden de uno. En este caso un Domaine du Clos des Fées. Cosecha 2012. Garnacha blanca. Cambio radical comparándolo con el anterior. Menos afrutado. Más ácido. Pero quizás a la larga, mejor vino. No lo sé. A mi me ha gustado mucho a pesar del primer “susto”.

Con el taco de bacalo asado sobre piperrada y su refrito ha maridado estupendamente. El pescado de calidad, buen tamaño, buenas lascas. En general ha parecido un pelín pasado de punto de sal. A mi me ha encantado, me gusta la sal, me ha recordado a bacalaos degustados hace años.





Algunos comienzan a “ponerse” nerviosos, demasiado vino blanco. Asi que Marian nos saca un Prima 2012. 

Crianza de 14 meses en barricas de roble francés. Yo, como es mi buena costumbre, sigo con mis blancos.
Les llega el turno a las carrileras de ternera guisadas y braseadas en su jugo. Otro plato de calidad superior. Muy trabajadas. Sacando lo mejor de ellas. Tiernas a más no poder y jugosas. Desperdicio ninguno. Más pan, que la cosa lo merece.




Nos toca el turno de los quesos. Como sabía que los amigos franceses nos traían algunos para probar, había avisado a nuestro “proveedor” habitual, Oscar, para que se cortase un tanto. Y solo ha traído uno. Así que hoy hemos podido probar varios quesos, más o menos fuertes, de casi todo animal “lechero”: oveja, vaca, cabra e incluso búfala.


A mi me gustan los quesos, pero algunos me superan. Son demasiado potentes para mi. Todos tienen mucho sabor y a mi me han encantado uno que tenía cierto parecido, a mi parecer, con nuestro Idiazabal y otro azul, de los dos el menos fuerte. De ese me como yo medio kilo y me quedo tan ancho. Trozo de pan y trozo de queso.
En este punto hemos tenido un pequeño debate con el maridaje. Yo hubiese elegido, cómo no, un blanco potente. Joan prefiere un tinto. Al final, para dejarnos a todos contentos, nos sacan un Jarrarte 2010, un rioja 100% tempranillo y además un cava. Un privat laieta Gran Reserva Brut. Mi “maestro” Josean me da una pequeña lección sobre la burbuja integrada o sin integrar. Ahora lo tengo un poco más claro. En este caso está bien integrada. Por cierto, lo que no iban a beber, se han puesto las botas. Está muy rico. Hemos repetido, merecía la pena.


Y terminamos con la tostada casera  y helado de yogurt griego que está de vicio y que algún que otro golosón que además no tienen fondo, ha repetido.
Unos ricos cafés, unos combinados a precio de bar de pueblo, no de capital y bien preparados y una larga charla, dan por terminada, unas cuantas horas después, una estupenda velada en la que, como siempre, lo humano ha estado por encima de la comida y eso que esta, ha estado a un nivel sobresaliente.


Quizás en grupo seamos de esos clientes que a un restaurante le “tocan un tanto la moral”. Esa costumbre de cambiar de vino con cada plato hace que terminemos con la cristalería de muchos de ellos. Aún y todo, la atención ha sido impecable.
Pues señores y señoras, lo he dicho ya unas cuantas veces, para comer muy bien, excelente producto y recibir buena atención por un precio muy ajustado, el Trueba es, sin duda, unas de las mejores opciones de Bilbao a día de hoy.
El precio de este menú ha sido de 40 euros y con todos los vinos y combinados hemos salido por 75 euros por persona que me parece una estupenda RCP.

No hay comentarios:

Publicar un comentario