20 de mayo de 2018

RESTAURANTE LAUA (LANGARIKA): Sigue brillando con luz propia.


Cuando quiero asegurar que mi compañía disfrute con menús no tan clásicos, suelo “echar mano” de mi amiga Marijo. Ella es incluso más disfrutona que yo y además tiene capacidad para degustar menús largos y variados.
Hacía tiempo que no visitaba este restaurante. Quieras que no tengo una hora de camino y las vueltas después de cenar siempre se hacen un tanto más largas. De todos modos la gula puede a mi pereza.

En este “maravilloso” año que llevamos donde el sol ha decidido hacerse de rogar y las temperaturas más parecen de pleno invierno que de las fechas en las que estamos, nos acercamos hasta Agurain a tomar un cafecito antes de visitar el restaurante. Cinco grados marca el coche y la verdad es que no apetece demasiado pasear.
Llegada la hora nos acercamos hasta Langarika. Nos acomodan en una de sus agradables mesas. Me gusta el comedor. Buenas mesas y buena “vestimenta” . Servicio muy amable y atento.
Ofrecen un menú degustación de 12 platos pero te dan la opción de reducirlo a 7. Al ser cena y saber que las raciones no son minúsculas, nos decidimos por éste último. Nos perdemos la caja sashimi de bonito, turrón de ibéricos, oreo de foie, trufa de Idiazabal, Ferrero de morcilla y crujiente de manitas. Lo hemos visto en otras mesas y la verdad es que nos ha dado pena.
Nosotros comenzamos con la alubia verdina con espuma de erizo de mar. Un tierra-mar que resulta simplemente delicioso. Perfección en la conjunción de sabores.

Continuamos con la croqueta líquida de jamón. Desde luego que no es una croqueta corriente. Preciosa presentación. Notable resultado. Muy apetecible.

Raviolis de bogavante con crema de garbanzos. De nuevo perfecta elección de mezcla de sabores que por cierto últimamente están tan de moda.

Kebab de ternera con chutney de piña. Una pequeña hamburguesa presentada sobre un papel de periódico. Casi diría que ha sido el plato que más me ha gustado y eso que he disfrutado del menú de principio a fin. Genial.

El Din-sum de papada ibérica y langostinos con curry de almendras y la lubina al horno con espuma de refrito son otros de los platos que nos perdemos del menú largo.
Pasamos pues a las croquetas de mojito y destornillador. De nuevo bonita presentación y de nuevo sabores intensos pero muy bien avenidos. Otro de los platos destacables de la noche en mi opinión y a mi gusto.

Nuestro último plato salado es el mixto de rabo y queso Idiazabal.  Muy rico aunque quizás, dado el camino recorrido resulte un tanto “clásico” aunque totalmente disfrutable.

De nuevo nos perdemos cosas que parecen muy interesantes, en esta ocasión la fruta tropical con su helado y las fresas con sorbete de mojito. Una pena.
Nuestro postre es la tarta rota de queso con frutos rojos. A pesar de que cuando escucho tarta de queso sueño con las clásicas, a veces también disfruto con estas modernidades. Sobre todo si, como es el caso, saben a queso. Refrescante.

Para beber y dado que su carta de vinos blancos no es excesivamente amplia, nos decantamos por un rioja, concretamente un Luis Alegre,  finca de la reñana. Un poco joven quizás. Madera muy presente aunque en boca va mejorando bastante a medida que el vino se airea. Creo que es uno de esos vinos que mejorará y mucho dejándole reposar uno o dos años más en botella. Al menos en lo referido a mis gustos. Que, como siempre, el mejor vino siempre ha sido y será  el que más le guste a uno.
Dos ricos cafecitos servidos al gusto y abonamos los 128 euros de la cuenta. El precio del menú reducido es de 50 euros. Una estupenda relación calidad-precio. Siempre he disfrutado en este restaurante y hoy no ha sido una excepción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario