1 de agosto de 2017

BODEGA LA CIGALEÑA (SANTANDER): Lo que el vino ha unido que no lo separe el hombre.

Una familia de origen valenciano que reside en Catalunya y a la que hemos tenido el privilegio de conocer a raíz de nuestras andanzas “veremeras”  se ha desplazado a Cantabria a pasar unos merecidos días de descanso.  Ya hemos tenido la oportunidad de compartir mesa  en alguna otra ocasión, son muy poco perezosos a la hora de viajar, para ellos “ cerca” pueden ser 200 kms.


Ferran sabe muy bien quien es el más “serio” y se pone en contacto conmigo para ver si puedo comer con ellos, tiene ya el sitio pensado, un templo del asunto vinícola que ningún veremero que se precie, si visita la capital cántabra, puede perderse, Bodega La Cigaleña. Al final se van animando algunos más y el día en cuestión quedo  en “la capital del mundo” con Josean, Oscar y una nueva adquisición que últimamente se apunta a todas, Mario, amigo de Oscar, sus motivos tendrá J

Cogemos carretera Santander, es sábado, hace sol y sabemos  que esa A8 supone un riesgo importante de estar “atascada”. Tenemos medianamente suerte y con los consabidos “atascos de curva”, llegamos a Santader con tiempo suficiente. Allí se nos une Sergio otro friki del vino de Torrelavega.



Al final somos nueve los comensales, siete adultos y las dos preciosidades de la familia visitante, un “torbellino” repentino y otro que tarda un poco más en darse a conocer. Encima, con lo niñero que soy, me lo paso  en grande metiéndome con ellas, cosa que, generalmente los niños agradecen sobremanera y a mi me sirve para evadirme un poco de esas conversaciones  “monotema” de mis compis de mesa.


He sido un poco “malo” y he “chantajeado” a la mayor de las hermanas para que me haga una pequeña redacción sobre la comida, así que utilizo sus palabras para comentarla. Diremos que hoy nuestra invitada en Gastionomía  quiere firmar como Marta F., pues muchísimas gracias Marta F. por tu colaboración. Así que dejo aquí sus palabras acompañadas de las correspondientes fotografías.

“La Cigaleña, comimos: tartar de bonito,


rabas


 albóndigas de bonito


anchoas con escalivada


mero,


 escorpora, (he tenido que mirar y escorpora es como denominan allí al kabratxo)


tabla de quesos 


y el postre de chocolate.


 Yo me comí canelones de rabo con setas. Todo estaba riquísimo pero el chuletón un poco crudo, la decoración rústica, el servicio estaba bien.”


Hasta aquí el relato de mi ayudante, añadiré que algo a destacar ha sido el pan. Hemos comido sin conocimiento, estaba muy rico y a mi absoluto gusto. También diré que las txuletas, un par de ellas, por cierto, es normal que le parezcan un poco crudas a nuestra joven escritora pero para nosotros estaban en su punto ideal.


Como no puede ser de otro modo estando donde estamos, la colección de vinos ha sido muy distinta a lo que uno bebe habitualmente, vinos que no es sencillo encontrar en cualquier sitio y que el Sr. Andrés,  enciclopedia viva en estos menesteres, nos va sirviendo y explicando con su santa paciencia. (Por ahí tenéis repartidas algunas fotos).


El precio por adulto ha sido de 78 euros que dado lo comido y bebido me parece una estupenda relación calidad-precio.

Pues un día estupendo, una jornada de reencuentro con amigos que a fin de cuentas es, al menos para mi, lo más importante. Espero tener ocasión de repetir sitio y compañía. Gracias Ferran  y familia por la visita y la confianza y hasta pronto. Un par de besos a esas revoltosas preciosidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario