9 de julio de 2017

RESTAURANTE ECHAURREN TRADICIÓN (EZCARAY): La cocina de las madres.... de las de antes.

De nuevo tengo la inmensa suerte de recibir visita de mi amigo Luis y de mi ahijado, su hijo, que comparten, además de apellido, nombre.
Vienen a San Fermines y vamos a pasar el día en un lugar intermedio. Ellos son mucho menos “vagos” para viajar y para mi, el lugar de encuentro elegido, está prácticamente en el límite de mi “zona de confort”.



Ezcaray era una de mis visitas pendientes y que mejor ocasión para visitarlo. Además también tenía Luis el capricho de probar su cocina. Son tres las posibles opciones que ofrecen pero hoy venimos a conocer sus platos de siempre, como dicen ellos, “la cocina de mi madre”. Y todos sabemos que por norma general, las madres….. cocinaban bien. Digo cocinaban, eso ha cambiado y mucho y ahora es un asunto más de voluntad que de género.



Pues allá que nos acercamos al precioso complejo de Echaurren. Nos acompañan a nuestra amplia mesa bien vestida. Servicio muy profesional y atento. Aunque se nota la diferencia entre los “de siempre” y estos nuevos muchachos que son tan correctos que algunas veces….. me parecen un tanto “plastificados”. Quizás es lo que ahora se busca. Uno  es de otra generación.


Tienen una más que amplia carta de vinos con propuestas muy variadas. Ya que estamos donde estamos, lo lógico parece beber algo de la tierra. Además si es del gusto de uno, mejor que mejor. Aquí pondré el único pero a este restaurante, los precios de los vinos me parecen un tanto “injustificados”. Quizás en su hermano mayor, el doblemente estrellado Portal, tengan su “porqué” pero en este caso lo considero exagerado.  Así que la elección ha sido un Barón de Ley Tres Viñas reserva 2013. 70% Viura, 15% Malvasía y 15% Garnacha Blanca. Cada variedad de uva fermenta por separado y el coupage final envejece en roble americano durante 12 meses más 1 año, por lo menos, en botella. Un vino que demuestra su envejecimiento en madera. Graso, con estupenda acidez. Vino de “los míos”, sin duda. Quizás aún necesite algún año más en botella para limar un tanto esa madera.

Comenzamos con las famosas y desde luego bien resultonas, “croquetas de nuestra madre”, de jamón y pollo. Desde luego que están para comerte un remolque. Seis piezas de buen tamaño que compartimos entre los tres. Nos han encantado.



Pasamos al carpaccio de gamba sobre tartar de tomate, ajo blanco y caviar de vino tinto. Un plato fresquísimo y exquisito. Perfecto conjunto de sabores bien armonizados.





Mientras tanto al txikito le sacan “media” ración de pochas. No las había probado pero, tontamente se ha metido la cazuela entera, sin rechistar. Le han encantado. Aunque no es el turno, aprovecho apra decir que nosotros también las hemos degustado pues entran en su propuesta de menú. Confirmar que están geniales. Finas a más no poder, suaves, jugosas, sabrosas. Un plato de los de disfrutar, de los que no tienen que desaparecer jamás de las cartas.

Continuamos con las Setas de temporada con ajetes tiernos, todo guisado en su propio jugo con yema de huevo. Plato “simple” pero seguimos disfrutando. Excelente calidad de los productos tratados de manera genial.



El siguiente plato es la Menestra de verduras de primavera. De nuevo un producto de alta calidad, en su punto. Muy rico.



Pasamos a las pochas de las que ya os he hablado. Y le toca ahora el turno a Luis de disfrutar de su segundo plato, la paletilla de cordero lechal asada con patata panadera.  Acompañada de ensalada verde. Ración más que contundente. Preparación en su justo punto. Crujiente la corteza y jugosa la carne interior.



Nosotros pasamos al pescado en forma de una cojonuda Merluza a la romana confitada a 45 grados. Se deshace en boca, fina a más no poder. Muy , pero que muy rica.



Y terminamos la parte salada con otro de los platos míticos del restaurante, la Albóndiga de la abuela sobre parmentier de trufa. Pues de nuevo agradable sorpresa en forma de un plato jugoso y de resultado sobresaliente.


Nuestro joven compañero prefiere un helado para ayudar a su hoy, “castigado” estómago, nosotros nos tiramos de cabeza a por esa Tosta templada con queso de cameros, manzana reineta y helado de miel. Un postre a la altura del resto de la comida. Muy golosón pero nada empalagoso. Excelente colofón para un disfrute total.



Salimos a la estupenda terraza a disfrutar de los cafés y, para mi envidia, mi amigo disfruta de un estupendo puro. Los viciosos fumadores de cigarrillos no sabemos fumar puros pero me gusta verle disfrutar. El total de la comida, con las copas de la calle ha sido de 206 euros. El asunto sólido me ha parecido ajustado a lo ofrecido, ya he comentado lo que pienso del precio de sus vinos.  A pesar de ello, volveré y desde luego que no pienso quedarme sin probar su propuesta estrellada, tiene muy, pero que muy buena pinta.

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