14 de abril de 2017

RESTAURANTE AMELIBIA (LAGUARDIA): Jequitibá versus angus.


Aprovechando estos días de asueto de los que disponemos y comprobando que precisamente los únicos no somos, nos acercamos a este rincón de nuestra provincia al que tan sólo nos asomamos en contadas ocasiones. Mira que es la tierra donde se crían esos riquísimos vinos que tantos buenos momentos me dan….. Nos acercamos a visitar "La chabola de la Hechicera" un precioso y maravillosamente conservado dolmen situado en la vecina localidad de El Villar.

Sabiendo que hoy era un día muy complicado tuve la buena idea de reservar con antelación y he comprobado que si no llego a hacerlo me hubiese quedado sin mesa.

Buenos recuerdos tenía de este local y hoy los he confirmado. Algún pequeño cambio en la decoración del estupendo comedor, muy amplio y luminoso. Buenas mesas, amplias, sensación de limpieza…..
La “jefa” atenta en todo momento y bien asistida por sus jóvenes camareras. Nos acerca las cartas pero de vinos prefiero que me eche ella misma un cable. Después de alguna información y dado que me encanta probar cosas, me decanto por un vino que desconocía totalmente. 
Jequitibá, cosecha 2015.  Sale de viñas de la localidad vecina de Labastida. Aunque lleva “ayuda” de Malvasía y Garnacha blanca, su principal protagonista es la Viura. Con una crianza de 10 meses sobre sus lías en barricas de 500 litros.
Su creador es Olivier Riviere, de procedencia y escuela francesas. Son vinos sobre los que se procura no “actuar” demasiado, diríamos que puede considerarse un vino “natural”. Una nariz encantadora, con aromas a fruta. En boca resulta tener mucho cuerpo y además posee una estupenda acidez. Le hemos dado tiempo y hemos permitido que suba su temperatura con lo que ha llegado a gustarnos más aún.

Su curioso y bonito nombre no es otro que el de un árbol que está considerado como uno de los seres vivos más longevos del planeta. Conociéndose ejemplares de unos 3 mil años.

Tengo familia en La Rioja y en mi niñez las visitas eran muchas. Uno de los recuerdos siempre ha sido el del “pan blanco”. Quizás la novedad pero siempre me ha gustado. En este restaurante lo tienen y además bien rico. Como aperitivo nos ofrecen unos riquísimos txanpis con una salsa un poquito picante que hace que Aran decida “regalarme” los suyos. Mucho sabor a tierra, ricos de verdad.

Media ración de exquisitas croquetas. De ejecución perfecta. Crujientes en su justa medida, sabrosas, consistencia ni líquida ni pastosa y con sabor y materia prima en el interior.

Compartimos una ensalada de txangurro con lechuga y algunas frutas tropicales. Con el asunto de prepararla un poco para su mejor degustación, se me pasó hacerle la foto.
Aran anda dudando entre carne o pescado pero se lo pongo fácil. Pide tú pescado y ya pido yo carne y así probamos más cosas. Ella es más de “sota, caballo y rey” y se va a por el rape con langostinos. Estupenda ración de buen pescado. Bien trabajado, de calidad superior y acompañado de cuatro cojonudos langostinos. Quizás yo sea de menos salsas en los pescados pero también es importante “jugar” de cuando en vez con los sabores.

Yo había leído en los platos fuera de carta algo que no me sonaba de nada. Costilla de Angus negro braseada. Pues resulta que el angus es una raza de ganado, originaria de la localidad que le da el nombre, sita en Escocia. De allí se expandió principalmente a Sudamérica siendo conocida allí como la Aberdeen Angus y en Norteamérica y Canadá donde se la conoce como Angus negro. Generalmente son de color negro pero también las hay coloradas. Es ganado “mocho”, cosa que todos no podemos asegurar al cien por cien. Su carne es de mucho sabor pero hoy he comprobado que también se “deja” trabajar. El plato estaba de rechupete. Carne muy suelta, podía ser una carrillera bien trabajada. Aunque la salsa era potente, no “mataba”, ni mucho menos, ese sabor de la carne. Pensaba que mi compi no iba a poder con ello pero me he equivocado, a ella también le ha encantado.

Buen recuerdo tenía de sus postres pero quería probar algo distinto. Arantza encantada de la vida. Como no podía ser de otro modo se ha metido ella solita una estupenda torrija con helado de arroz con leche. Me ha “dejado” probarla pero tampoco le preocupa demasiado que no lo haga.

Yo ante la oferta de poder degustar media ración me he lanzado a por el chocolate amargo con sal. Evidentemente de sal “de casa” que la tenemos y bien rica. Pues desde luego que menos amargar este plato hace de todo. Rico-rico.

Muchos pensaréis que un vino blanco con semejantes platos….. pues allá vosotros pero ha podido con todo. Justo-justo ha llegado la botella hasta el final. Un vino a tener en cuenta. Infusión y cafecito y unos ricos dulces. Nos despedimos, prometo hacer visita anual que se lo merecen. 
En total 99 euros han tenido la culpa. Si descontáis el vino podéis comer aquí de maravilla por 35 euros por persona, un verdadero regalo. Su página web: www.restauranteamelibia.com

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