24 de enero de 2017

RESTAURANTE LAR (BILBAO) : Tres "ayaleses" en Bilbao.

En ocasiones como hoy me doy cuenta de que el tiempo pasa a una tremenda velocidad. Hace ya 3 años de mi visita a este restaurante, me parece mentira.
Aquí se viene a comer bien y a beber mejor aún. El local no es lujoso pero sí lo suficientemente coqueto y cómodo. Sin florituras.


Enseguida nos atiende. Nos ofrece alguna cosilla y aunque mi hijo tiene unas intenciones, al final Miguel hace que las cambie. Tampoco es cuestión de discutir con quien sabe mejor que nadie con el producto que trabaja.

Comenzamos con un quisquillón que está bien sabroso. Dice el txikito que mejor unos langostinos gordos. Lo que hace tener buena edad y buen apetito. Están estupendos para hacer boca, en general de un tamaño más que decente. Muy ricos, la verdad.


Pasamos a un plato que tuve la oportunidad de degustar en mi anterior visita y que, para mi sorpresa, le ha encantado a Ioritz. Últimamente estoy de un vago subido así que nuevamente me aprovecharé de mi anterior comentario. Tampoco hay novedad alguna así que me sirve. Alcachofas con jamón en su salsa. En presentación parecen albóndigas. Nos cuenta de nuevo Miguel que su madre, como no había manera de su hermano y él se las comiesen sin “disfraz”, ideó este plato y el primer día les dijo que no se comiesen todas las “albóndigas”, que dejasen alguna para su padre. Como el éxito fue sonado, quedó la receta para el restaurante. Muy finas, como un sabor suave. Las preparan pochando cebolla con el mismo agua de cocción de las alcachofas. Salsa muy bien ligada, un plato que obliga al unte. Muy conseguido.


Miguel también sabe de vinos. Nos pregunta por nuestras preferencias. En cuanto hablamos un poco me comenta que algún espumoso nos iría estupendamente y para mi sorpresa resulta que tiene uno que tenía yo muchas ganas de probar.

La historia de este vino se remonta unos 150 años cuando Edmundo Ayala fue enviado a las américas como ministro y allí se casó con una francesa. La dote consistió en unos viñedos donde comenzaron a elaborar este champagne al que pusieron este nombre en recuerdo del valle de donde procedía. Por cierto un servidor y su hijo han nacido en ese valle. No somos tan “ilustres” pero sabemos apreciar las cosas ricas. Y los paisajes hermosos. Una prueba gráfica de la hermosura del Valle de Aiara.



Desde hace unos años la bodega ha pasado a ser propiedad de Bollinger y dicen los que saben que se ha notado mucho el cambio, a mejor. Pues nos alegramos.

Este champagne Ayala Rosé Majeur lleva la mitad de uva chardonnay, casi un 40% de pinot noir y el resto es meunier y un vino tinto procedente de Verzy.

Tiene un precioso color asalmonado con una espuma muy fina y bien integrada. No te deja indiferente. El txikito dice que le recuerda a la manzana pero yo me voy de cabeza a otro sabor. Sin duda alguna esto sabe  y huele a fresa. No penséis en la fruta en sí, pero sí en producto elaborados con ella. Quizás helado de fresa, caramelos de fresa….
Eso sí, tiene un tremendo “peligro”, se deja beber tan fácilmente que es difícil conseguir que la botella aguante una cena. Me hubiese gustado hoy abrir otra botella pero…..

Como plato principal hemos degustado un buen lenguado. De estupendo tamaño y genialmente preparado. Presentado entero y perfectamente servido en dos veces. Todo de aprovechar. No nos ha hecho falta andar después con limpiezas. Tampoco es que precisamente seamos los mejores comedores de pescado. Me dan envidia quienes son capaces de chupar espinas igual que yo chupo los huesos.


Nos hemos quedado estupendamente, no necesitamos más. Nos gusta el trato y nos gusta lo que dan de comer y como lo dan. Encima hoy se han encontrado dos enamorados del fútbol así que la “chapa” hoy me la han dado a mi.


El total abonado ha sido de 138 euros. A tener en cuenta que el champagne ha salido por unos 48 así que la cena nos ha parecido de una relación calidad-precio muy correcta.        Su página web: www.restaurantelar.com

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