27 de noviembre de 2016

KM Cero al calor de las brasas.

Otro “mástil” que pierde nuestro Ayuntamiento. Otro suertudo que se nos jubila. Menuda racha que llevamos. Esperemos que “el barco” pueda seguir navegando ahora que pasa de barco de vela a barco de motor. La “vieja guardia” nos deja, viejos vicios desaparecerán. Aunque quizás me den más miedo las “nuevas adquisiciones”.


Me gustan más este tipo de eventos, no los multitudinarios donde muchas veces la gente va por hacer bulto. Hoy estamos más los “cercanos”. Aprovechando las amistades el lugar elegido es el txoko de Lezama. David tiene “enchufe” y es socio a pesar de no tener los derechos pertinentes. Así que le han endiñado el “marrón”.

Quedamos en Bideko. Un estupendo restaurante que me trae muy buenos recuerdos. Se come muy bien aquí. Uno de mis “platos para el recuerdo” lo degusté aquí. La mejor ensalada de láminas de bacalao que he probado jamás. Nos vamos juntando, tenemos que recoger algunas cosas para completar el menú.  Como no puede ser de otro modo los puntuales somos los de siempre.  Las 2, hora de quedada, se ha convertido en las 3 y media….. Mi estómago reclama su sustento. Me acerco con David y Nerea al txoko a preparar las mesas.  


El día es frío, muy frío pero el “aldeano” es listo y ya tiene encendido el fuego bajo. Qué sensación más agradable la de un buen fuego de leña. Allí que va a parar  unas estupendas morcillas de mi pueblo. Mira que me gustan…. Además es que están impresionantes. Raro es el que pasa por Laudio y no se lleva alguna. 


Hoy la cosa va de producto local. De lo mejorcito de la zona. Tenemos realmente una suerte tremenda. Mientras esperamos al resto vamos troceando un estupendo queso vecino del lugar. Por estos alrededores se hacen excelentes quesos. No puede uno, ni tampoco quiere, evitar ir dando cuenta de él. Sin “educación” alguna. Está cojonudo.
La ensalada de pulpo y patata, preparada en Bideko es el siguiente paso en nuestro recorrido. Muy rica, una pena es que la espera la haya convertido en algo muy frío. Esto está más rico “aldelte”. La salsa que nos han puesto como compañía aparece casi al terminar pero en estas situaciones estas cosas suelen pasar.

Detalle importantísimo el del pan. Tenemos la suerte de comer uno de los, en mi opinión, mejores panes que conozco. Un pan que es PAN de los de verdad. Pan de Azkoaga. Uno de ellos muy a mi gusto, bien hecho, crujiente. Potente corteza y miga.
El plato de pescado nos llega también del restaurante. Lo que algunos hemos dejado por merluza  ha resultado ser pescadilla. Bien bañada por esa salsa de txipis. Pues está finísima. A mi… la cosa es darme buena jamada. La cazuela queda limpia, la “buena educación” y la poca confianza hace que el unte brille por su ausencia hoy.

Pasamos ahora a degustar unas txuletas.


 Aportadas generosamente por David. Txuletas de animales criados por él. Una de buey, más roja, las otras de unos novillos que tiene que son cruce con Wagyu. Un mundo esto del Wagyu y del Kobe. Mucha leyenda urbana. Realmente lo que aquí se vende como tal no le es. Son cruces de diferentes razas. Pero quizás hoy hayamos degustado lo más parecido a esa excelente carne japonesa que no está al alcance de cualquier bolsillo. Del mío no, desde luego. Esta carne tiene un sabor especial, diferente. Poco que ver con esas txuletas de vaca vieja.  El kobe de calidad superior tiene esa grasa “descarada” como podéis ver en la foto.

De postre, como no, tenemos milhojas, De las de mi pueblo. Otra maravilla. Famosas donde las haya pero con fama merecida. Las milhojas de Quintana. Una pena que mi tocayo,  el encargado de traerlas no haya tenido en cuenta el “beste bat” y no hayamos podido repetir.

Nos prepara el anfitrión un cafecito que bien pudiera pasar por café de putxero. La explicación no es otra que como luego tiene cena ha rebajado la cantidad pues no hay demasiado. Pues el resultado ha sido más que satisfactorio.
El asunto de los vinos también viene de Bideko. Los de los tintos han catado un par de vinos pero los del blanco hemos podido bebernos un par de UNOs. Uno de 2013 y el otro de 2014.  El 13 ha perdido un tanto. Puede ser la botella en concreto, he bebido alguno riquísimo. Hoy le ha ganado el más joven. Está rico este txakoli, la verdad es que sí. Yo aporto una de Gravonia 2006 que no tiene el éxito deseado. Dicen que está muy “seco”. Ese toque a madera es lo que tiene. A mi me encanta pero no al  público en general. Mejor, que luego se termina y no hay más.

Acompañado por mi amigo Koldo, nos acercamos hasta el restaurante a por algo “imprescindible”. Unas coca-colas, unas tónicas, naranja, limón y unos hielos. Que tenemos “sed” y hay que quitarla. Así que unos kubatas y otros GT. Qué bien entra el, como dice Leo Harlem, sonajero de los adultos.

Agradecer a David su calidad como anfitrión. Agradecer a Nerea su excelente trabajo en la cocina, no confundir con trabajo de cocinera. Hoy hemos tenido un equipo de “fregadores” de lujo, la verdad.

Los presentes van siendo ausentes…. Quedamos los de siempre. Al final David y yo terminamos en Bideko. Charla con Juan Cruz. Charla de amigos en común que surgen de este mundo maravilloso de la gastronomía.  Charla de vinos. Su generosidad hace que termine la velada con unos regalos que no tienen precio. Daré cuenta de ellos a tu salud. Eskerrik asko.

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