28 de diciembre de 2014

TXOCOOK. KURDING CLUB. BILBAO:

Imagino que muchos pensarán que una noche como la de hoy es la ideal para quedarse en casa. Llueve, pero llueve con ganas. No soy precisamente una persona “cobarde” para estar historias. Del mismo Bilbao no soy, la envidia que me da eso. Pero cuanto más vengo, más me gusta. Me tiene enamorado.
Hace una semana que pasé por allí a “investigar”. Situado en la plaza Pío Baroja, de cara a la Ría, se encuentra este nuevo proyecto cuya “alma” gastronómica no es otra que la de Aitor Elizegi. Los días de este hombre son de 24 horas? A mi me da que son más largos.
Soy fan incondicional de otro de sus proyectos, Bascook, por donde he pasado muchas veces y por donde seguiré pasando puesto que simple y llanamente, me encanta. Además allí está “mi mesa” y le soy fiel.



Este nuevo espacio recuerda mucho a Bascook. Piedra, ladrillo, madera, hierro…….. cierta claridad en su oscuridad…..
Una de las cosas que me gustan nada más entrar es la decoración, Amaia coincide conmigo. Es simple, sin “tonterías”, pero como me gusta a mi: un tanto “anarkika”, quiero decir que no es “uniformada”.
El local dispone de una barra al uso, donde podéis degustar sus estupendos pintxos y tomaros un buen vino o lo que sea menester y de espacios diferenciados con unas mesas grosor XL. Siempre he sido un enamorado de la madera y mucho más aún si es de buen grosor y desde luego que estas mesas lo son. Son cómodas, huelen aún a “fresco”. Paredes con claridad, espejos, cada uno de “su madre”.



El servicio es joven, alguno de ellos, curiosamente, “viejo” conocido. Profesional. Con muchas ganas de agradar, de hacer bien su trabajo.
Por allí anda Aitor, persona que gusta de atender a su clientela. De ser próximo, puedes preguntar que siempre tendrá la respuesta. Además sabe, perfectamente, ser cercano sin “molestar”. Eso se agradece.



La carta, como no podía ser de otro modo, es “curiosa”. En negrita los platos del día. Mi compi de hoy no es “la mejor comedora del mundo”.  Prefiero que sea ella la que decida lo que vamos a cenar.

Así que tras un pequeño vistazo y un par de preguntas, nos decidimos por:

Ensalada mixta. Yo sabía que no iba a ser una ensalada al uso. Bonita presentación. Los ingredientes son lo que son. Canónigos, aceituna, patata pero presentada aplastada, láminas de bacalao, tomate, huevo cocido, antoxas,  miga de pan con pasas…… realmente está cojonuda. Original y sabrosa.



Croquetas. Unas bolitas de tamaño bocado. Riquísima la masa y bien lograda la cobertura. Descansan sobre una especie de puré de patata que nos hace pasar un rato intentando descubrir a que nos sabe. Como siempre, curioso cuando desconoces algo, cada uno comienza a decir su opinión. Que si pimiento txoricero, que si algo vegetal, que si tal, que si cual….. al final no nos queda otra que preguntar y ese sabor peculiar no es otro que el del mojo. Algún recuerdo me viene de las “papas arrugadas” canarias.



Llega ahora el turno a las rabas de jibión. Con unos aritos de cebolla rebozados por encima y unas rabas estupendas. Buen producto. Con la textura característica. Esto no es un puré pero esto no hay que pelearlo. Se dejan comer bien gustosas. Rebozado a mi gusto, crujiente. Están muy ricas. Una ración de estas con un buen vino, con un bonito día, en su terraza, junto a nuestra Ría…… pienso disfrutar de ese momento que ahora sueño.



Como nuestra capacidad estomacal no es precisamente la misma, me pido yo ahora una media ración de morros y callos a la que ya le había echado el ojo y sobre todo la mente. Este plato es, sin duda alguna, uno de mis favoritos. En su salsa bizkaina. No tiene misterios ocultos. Buen producto, bien trabajado y un buen pan para limpiar el recipiente. Rico-rico. Lleva un huevo poché de compañia. Acertado.



Dejo de nuevo que mi compi decida la parte dulce de la cena y cuando pienso que se va a decantar por ese “txokolate a tope” que despierta mi gula, me sorprende con su elección: peras al tempranillo.



Lógicamente ella ha pensado en las típicas peras al vino pero lo que nos aparece en el plato es algo muy distinto. Si te lo ponen delante y te preguntan lo que es, nunca acertarías. Una manera muy distinta de ver este plato pero que en mi opinión, lo supera con creces.
Fresco y goloso a la vez. El helado está simple y llanamente espectacular. Dejo que Amaia lo disfrute, me gusta verla comer y más cuando la veo disfrutar. Tiene que reponer fuerzas. Curiosamente unos queremos quitarnos esos miles de gramos que nos sobran y ella necesita ganarlos. Una pena que no pueda hacerse una “donación”. J


Hoy para beber, como nuestros gustos no coinciden, ella pide un moscato pero no hay. Se lo han bebido todo. Es curioso el éxito de este vino que realmente yo mismo tengo que reconocer que se deja beber, es golosón. En su defecto le acercan una copita de un cava rosado.

 Yo prefiero pedirme unas copitas de algún blanco más “serio”. Así que tengo la suerte de disfrutar de un Elle de Landaluce. Un blanco de Rioja alavesa mezcla de viura y malvasia y que fermenta en barricas de roble francés durante un par de meses. Este es el tipo de vino que me gusta, más madera que fruta. 





Nos obsequian con una ración de queso pero esta mujer no es precisamente muy “quesera” así que “hago lo que puedo” y prácticamente me la como yo solito. Me ha gustado el azul pero el otro, es de los de comerte un plato entero. Para más detalle, allí que nos aparecen con una botellita de un viejo conocido, un PX Robles. Esto es lo que es, un postre en sí mismo. Pasas y pasas y más pasas. “Gordito”, un jarabe pero rico.

Así que con un rico cafecito, damos por finalizada la velada. Nos lo hemos pasado bien, hemos cenado estupendamente y encima la cuenta es de las de invitar a volver. 46 euros han tenido la culpa. Estupenda relación calidad-precio.

Su página web: www.txocook.com

25 de diciembre de 2014

DE SANTA ROSALIA (BILBAO): Estupenda carne de wagyu.

Como sabía que son días muy complicados por el tema de esas cenas de empresa o de amigos que se celebran antes de navidad y aprovechando una visita a la capital, reservé mesa en este restaurante al que le tenía ganas. Sé  que he cenado aquí hace ya un tiempo pero cuando no reflejaba en ningún sitio lo vivido.
El local no es lujoso, mesas un tanto ajustadas de tamaño, sin mantel y bien aprovechado el espacio interior. Tiene una terraza muy “apetecible” y además cubierta pero hoy no hace precisamente día de terrazas.
Cuando entrábamos,  casualidades de la vida, salía uno que ha confesado en alguna ocasión ser seguidor de este blog, los hay que tienen unos gustos muy raros. :-) Eso sí, prometo no volver a confundirme, esa juventud despista a uno que ya no lo es.


Tras un vistazo a la carta y como uno viene ya predispuesto a probar algunas cosas en concreto, hacemos el pedido de la cena.
Nos acercan unas aceitunas con una salsa ligera como aperitivo y mientras echo un vistazo a la carta de vinos que por cierto es bastante reducida. Como no veo ningún espumoso, les pregunto y me dicen que sí los tienen pero que no los tienen incluidos en la carta. Así que me voy a uno que sé que me gusta, un Juve Camps Reserva de la familia 2010. Creo que es un excelente cava para acompañar un menú que va a estar totalmente marcado por la carne. Me quedo con las copas de buen tamaño que tenemos y declino la oferta de “copas de cava”.  


La chica que nos ha atendido principalmente durante toda la cena ha resultado ser muy maja y agradable. Los platos degustados han salido al centro para compartir y en cada servicio nos ha cambiado platos y cubiertos.
Un par de panes que al final terminan siendo cinco. Nos hemos juntado dos “paneros” de mucho cuidado. Además alguna salsa invita al “pecado”.
Comenzamos por el tataki de wagyu. Viene acompañado por algunos adornos pero a mi lo que me interesa es la carne en sí. La verdad es que nos ha encantado. Sabor muy agradable, textura inmejorable. Marijo no es de pedir así las carnes pero es una excelente comedora y ha disfrutado mucho con el plato. Empezamos bien, empezamos muy bien.


Pasamos al Steak tartar de wagyu. Lleva unas compañias, como por ejemplo unos trozos de pimiento que pican. Mi compi no es amiga del picante, yo sí. Pero la carne en sí está espectacular. Sin esos condimentos exagerados que algunas veces convierten un steak tartar en un plato que parece todo menos carne. Aquí  el protagonista es la carne en sí y realmente está cojonuda.


El siguiente plato es el asado de tira de wagyu. Que no es otra cosa que el costillar del buey asado a baja temperatura. Acompañado simplemente por unos trozos de zanahoria y una patata presentada muy bonita. En cuanto he metido el cuchillo me he dado cuenta de que era pura mantequilla.  Con un sabor muy suave. En esta ocasión me he quedado con ganas y me hubiese comido otra ración tranquilamente.


Hasta aquí era lo que habíamos pedido en un primer momento pero nos quedan un par de copas de cava y además somos “buenos comedores”, así que nos decidimos a rematar la faena con el rabo de wagyu. Cocinado también a baja temperatura y que lleva el mismo acompañamiento que el plato anterior.
Volvemos a disfrutar como chiquillos de una carne jugosísima, con estupendo sabor, se deja soltar del hueso fácilmente e invita a untar pan en la rica salsa.
No queremos postres y eso que he estado tentado de pedir una ración de croquetas pero uno no es del mismo Bilbao.


Salimos ahora ya sí a la terraza, el vicio es el vicio. Un par de “cortaos” que por cierto están bien ricos y allí mismo pagamos y comentamos que ha sido una cena estupenda y que realmente todos los platos degustados han demostrado una calidad excelente de la carne y además que el cocinero sabe tratarla en su justa medida.
El total abonado han sido 120 euros. No soy persona, creo que el que me lea habitualmente lo habrá comprobado, que se queje en general de los precios. En esta ocasión un detalle ha nublado la sensación final y ha sido el precio cobrado por la botella de cava. 30 euros más los 3 correspondiente de iva, hacen un total de 33 euros. Es multiplicar por 2,5 su valor en tienda. 
Y curiosamente los vinos que ofertan tienen unos precios comedidos.

21 de diciembre de 2014

ANDONIREN TABERNA (LAUDIO): COMO EN CASA.

Hay que celebrar un acontecimiento.  El “peke” ha cumplido ni más ni menos que……. 24 tacos. Ufffffffffffff. El problema no son sus años, el problema es que yo tengo, curiosamente, 24 años más que cuando él nació y eso es ya mucho hablar.
La idea era visitar alguno de los “grandes” pero no ha podido ser y lo dejamos para otra ocasión que no será demasiado lejana.
Así que para no perder ocasión, decidimos comer en un sitio de confianza, uno de esos que muchas veces dejamos un tanto “abandonados” por ese ansia de acudir a lo “más de lo más”. Aquí desayuno yo a diario. Somos ya prácticamente amigos. Eso pienso yo al menos. Igual ella no J


Andoniren Taberna. Me acuerdo mucho de Andoni, fue de los primeros que intentó que bebiésemos vino, pero vino rico, no lo de siempre. Sus ansias de “viciarnos” le llevaron a abrir una vinoteca. Allí hice yo un trato con él, de aquellos tratos de entonces, de los que con la palabra era suficiente. El  se quedó con mi Suzuki y yo con su Yamaha. Eso sí, salí tan "contento" que me tuvieron que venir a buscar, no estaba yo en condiciones de conducir. :-)


Así que no dirigimos al lugar, a cargo de la barra habitualmente se encuentra Karol, que curiosamente siempre me lleva a recordar un pastel muy nuestro, muy de Bilbao.


No sé yo muy bien a que santo me voy siempre al susodicho pastel. Cosas de la mente humana. :-)

En la cocina está su amatxu, una amatxu joven pero de las de antes, de las que saben cocinar y lo hacen bien.
Se nota que estudió en "buenos colegios" y se nota más aún que estudió con muy buena gente.
El acuerdo ya estaba hecho, no tenemos nada que pedir, saben a lo que venimos. Todo está ya programado por anticipado.

Allí nos llega el txakoli. El UNO, desde luego que hay que reconocer que lo han conseguido. Han creado un buen vino. Un vino muy apetecible. Fresco, goloso, a mi lo que más me viene a la mente es la pera. Acompaña estupendamente cualquier plato que le pongan delante.

Curiosamente ha salido de la unión de un ganadero, un hostelero y un párroco, una “cuadrilla” bien curiosa pero que “marida estupendamente”. Cuando algo así se hace tan cerca de casa, es pura satisfacción. Por su precio puede competir de manera mucho más que honesta con algunos que le superan en nombre y en coste.
Nos lo sacan fresco, saben que no me gusta demasiado frío y han tenido el detalle de sacarlo un buen rato antes de la cámara. Buenas copas.

Buenas mesas de madera, de buen tamaño, algún día me hará caso y el lugar "mejorará" pero es mujer y habrá que darle tiempo, que parezca que ha sido idea suya.

Como esa cocinera tiene mucho trabajo, hay una cuadrilla de jóvenes comiendo, nos acercan unas croquetas como aperitivo y son croquetas de las caseras, con sabor, con buena masa y buen relleno y crujientes.
Un pan de los que “enamoran”. Yo soy panero, que no panadero. Y para mi es un alimento indispensable. Aquí es casero. De panadero de confianza. Buen cesto, sin costes adicionales y sin problemas si se termina, hay más.
Nos llega la ensalada. Una ensalada mixta para dos…… o para…… Aliñada a mi gusto, es decir, con vinagre en cantidad. Esto tiene más acidez que el txakoli. Me encanta así. Me encanta untar pan.
El bonito es bonito de “verdad”. No de latas desmigadas, no. Taco de bonito. De los que como se te ocurra meter mucho en boca puedes pasar un mal rato.


Y nos llega ahora, en su piedra caliente, la protagonista de la jornada, una txuleta. Una txuleta de excelente tamaño. Con su correspondiente capa de grasa. Me parece uno de los platos por excelencia. Cuando el producto es bueno, cuando sabemos trabajarlo…… Menudo rato que hemos pasado padre e hijo dando cuenta de ella. No ha quedado más que un hueso que he intentado limpiar  “educadamente”, es decir…… a mordiscos.


Acompañan a la txuleta unas patatas fritas pero como las hago yo en casa. Pelar y freir. No congeladas. No soporto las patatas congeladas.
Unos pimientos verdes de tamaño bocado de los que yo soy capaz de comerme unos….. cien o más. De Bilbo no pero de cerca.


Mi hijo tiene un “problema” no es de postres. Pero sí es de quesos así que para terminar con el par de copas de txakoli que restan, pedimos media ración de queso. Está rico. Eso sí, una “roja” y del Athletic…… un Idiazabal, Karol, por favor. En este caso un queso manchego que no desmerece pero…..



Un cortao de los que me gustan, es decir, con una “nube” de leche y a otra cosa mariposa. Hemos disfrutado como en casa. De un buen producto, bien tratado. Hemos comido estupendamente y además son cuentas de las que no “asustan”. El total abonado han sido 47 euros. Así da gusto. Eskerrik asko, guapas.